Friday, February 10, 2006

La chica de la suerte



La primera vez que la vi en persona fue en el estudio de televisión, unos 10 minutos antes de salir al aire. Aquella vez lo primero que me llamó la atención en ella fue lo recargado de su maquillaje, que ha aprendido a aplicarse en 15 minutos. No es fácil. Hay que cuidar una serie de detalles inimaginables para un hombre, como que las sombras de los ojos combinen con el color del vestido, por ejemplo. Pero un mes y medio antes de entrar al mundo de la televisión y cuando no tenía ni la más mínima idea de que algún día lo haría, recibió clases de una firma de cosméticos para la que entonces trabajaba, así que cuando le llegó el momento de pararse frente a las cámaras ya tenía cierta técnica. El resto fue cuestión de práctica.
“Los chicos me ayudan graduando la luz, pero debo tener mucho cuidado porque según el maquillaje puede vérseme muy pálida como también muy colorada”, me explica.
Lo segundo que me llamó la atención esa primera vez fue la presencia en el set de su enamorado, un joven abogado que trabaja en la Demuna y que por esas casualidades de la vida estudió con mi hermano en el colegio. El chico es amable, bien parecido y la lleva y recoge en su auto. Al principio no sabía de quién se trataba y pensé que trabajaba en el canal. “¿Tú de qué te haces cargo?”, le pregunté cuando ella se alejó para tomar su posición frente a las cámaras. “Soy su enamorado”, me contestó.
Después, cuando la calma volvió al ambiente, se sentó a su lado y se tomaron de la mano. Así permanecieron a lo largo de toda esa primera conversa, en la que también participó el equipo de producción.
Esta segunda vez, en la sala de su casa, luce un maquillaje mucho más tenue. Su enamorado, en cambio, sigue presente, aunque nos deja solos para que podamos conversar. Sólo aparece de vez en cuando para recoger algo de la mesa y regalarnos una sonrisa. Ella lo ve y se mata de la risa. ¿Es celoso? “Un poquito”. Sospecho que está siendo generosa, pero no culpo a Jorge. Si estuviera en su lugar, haría exactamente lo mismo.

Mayte Puelles es el rostro y figura de “La Suerte”, una lotería diaria que es televisada en vivo por la señal de UCV Satelital. No soy especialista en el medio pero estoy convencido de que por su soltura, gestos y voz es la mejor conductora que ha dado hasta el momento la emergente televisión local. “De niña estudié teatro y ballet en el INC, y oratoria en el San Vicente. Pero lo que me ayudó bastante fue una pequeña experiencia que tuve en Canal 35. El canal iba a lanzar un noticiero y necesitaba dos conductoras. Fui una de las elegidas y me prepararon durante dos semanas, pero el programa no llegó a salir por problemas de publicidad”.
Un domingo se enteró por medio de un aviso aparecido en un periódico que una productora de televisión estaba convocando a un casting y como estaba buscando un empleo de medio tiempo que pudiera realizar sin perjudicar sus estudios de Derecho, decidió presentarse.
Mayte compitió con otras 15 chicas, de las cuales sólo quedaron dos. Al final, los productores se inclinaron por ella. “Me guiñó el ojo”, bromeó en el set Alberto Añaños, representante de Long Perú, la empresa que produce la lotería. Alberto, Beto para los amigos, parece serio y desconfiado, pero intuyo que en el fondo es bastante ocurrente y afable. Wilson Caraballo, el administrador de la empresa, es igual de buena gente, pero algo tímido y si no fuese porque todos lo señalaron como la persona indicada para explicarme la mecánica del juego, no hubiese siquiera advertido su presencia en el foro. Él me explicó los criterios que tomaron en cuenta para elegir a su animadora.
“Necesitábamos una chica que tenga facilidad de palabra, sepa improvisar y sea rápida para decir su parlamento porque el programa dura menos de tres minutos. Además, buscábamos alguien que estuviese dispuesta a trabajar de lunes a domingo incluyendo feriados porque aquí no hay descanso. El programa sale llueve o truene. Mayte aceptó estas condiciones y se le veía más espontánea. Por eso la elegimos y estamos contentos con ella”.

Wilson es dominicano. Su acento lo delata y no es casualidad que lo sea porque el sistema de juego de “La Suerte” es una creación dominicana. Allá las conocen como bancas y suman más de 22.800 sin contar las informales. Estos juegos de apuesta son un negocio creciente en República Dominicana y su auge ha obligado a las autoridades a legalizarlos con números de la Lotería Nacional, cobrándoles un impuesto y exigiéndoles un aval en una cuenta bancaria.
“Las bancas ya forman parte de nuestra cultura y tradición. En Santo Domingo la gente no dice buenos días cuando se levanta sino qué números salieron anoche”, cuenta Wilson.
Ideados por un sacerdote, lo interesante de estos juegos es que son fuentes de empleos, pagan impuestos y en algunos casos contribuyen a la sociedad a través de fundaciones.
A diferencia de loterías electrónicas como La Tinka, cuyo sistema de juego está extendido a nivel mundial, el de “La Suerte” es conocido sólo en Santo Domingo, Estados Unidos y parte de Europa. “Aquí hay que hacerlo llegar a la gente. Y para eso se necesita mucho tiempo, publicidad y trabajo porque cada vendedora tiene que explicarle al comprador el sistema de juego, y eso requiere constancia y paciencia”.
La ventaja, según Wilson, es que con el sistema manual -una muchacha invidente extrae una bolilla al azar luego de darle vueltas al bolillero- es más fácil ganar que con el electrónico porque cada número tiene hasta tres oportunidades de salir sorteado y el orden no importa.
“Está probado estadísticamente que es más probable que salgan tres números del uno al cien a que salgan cinco o seis de un total de 45. Además, es más accesible a la gente que no tiene dinero”. El costo mínimo de una apuesta simple es 25 céntimos y con ella uno puede ganar hasta 50 veces lo apostado.

La idea de traer el sistema de juego dominicano a nuestro país fue de los hermanos Emir y Sizlo Janampa Añaños, parientes de los dueños del imperio Kola Real, que durante un viaje al país centroamericano conocieron el juego, se interesaron en él y pensaron que podría resultar un buen negocio llevarlo al Perú. Fue así que en sociedad con el dominicano Carlos Núñez formaron Long Perú y registraron la marca “La Suerte”.
Como Lima es una ciudad muy grande, decidieron empezar en una provincia y luego de evaluar entre Arequipa y Trujillo optaron por nuestra ciudad.
“La idea es conquistar todo el norte: Cajamarca, Piura, Chiclayo, todo lo que se pueda poco a poco. Pero va a depender de la aceptación de la gente, la publicidad y la inversión”, comenta Wilson.
Aunque no pudo dar un estimado de cuántas jugadas venden al día, aseguró que todos los días hay ganadores de jugadas simples y el premio más alto que han entregado en los once meses que llevan operando es 500 soles a un jugador que apostó 1 sol, pero la mecánica del juego permite soñar con cifras de seis ceros, todo depende del tipo de jugada y el monto de la apuesta.

Quizá entender el juego no sea fácil al principio, pero -seamos honestos- eso importa poco a la hora que Mayte aparece en pantalla. “No me gusta calificarme, prefiero que la gente lo haga”, me contesta cuando le pregunto si se considera bonita. Está sentada con una pierna doblada debajo de la otra y las manos cruzadas hacia adelante sobre un cojín. Calza sandalias y viste una chompa marrón de hilo tejido a crochet, un bivirí y un chavo, ambos de color blanco.
“Ahorita me he arreglado porque cuando estoy en mi casa me gusta andar en pijama”, confiesa. ¡¿Todo el día en pijama?! “Todo el día no. Horas”, aclara sonriente.
Mayte tiene 21 años y es la menor de una pareja de hermanos. Su padre es un ingeniero pesquero jubilado y su madre asistenta social. “Ellos son mi adoración”, enfatiza. Es súper hogareña. Tanto que sólo una vez en su vida ha recibido el Año Nuevo lejos de casa. “El año pasado fui a Pacasmayo con Jorge y unos amigos. Hasta ahí todo bien. La playa, excelente. Pero extrañaba a mis papás y sé que ellos también me extrañaban”.
Fanática de los chocolates, las películas de HBO, la música de Sade y los libros del mexicano Carlos Cuauhtémoc, Mayte lleva una vida normal, aunque su rostro ya empieza a ser reconocido en la calle, sobre todo en los ambientes de la Upao, donde estudia. “Explícame la dupleta”, la fastidian sus amigas. “Ahí va la chica de la suerte”, murmuran los chicos. Ella prefiere hacerse la sorda y seguir de frente, no por vanidosa, sino para evitar algún piropo subido de tono “porque los hombres son muy valientes cuando están en grupo, pero cuando están solos se quedan calladitos”, dice mientras me reprende con una mueca. No me queda otra más que inclinar la cabeza y reconocer que tiene razón.
Aunque al principio lo tomó sólo como un pasatiempo, se ha familiarizado con las cámaras y cada vez le interesa más la carrera de Ciencias de la Comunicación, por lo que no descarta seguirla en cuanto se gradúe de abogada.
“Me gustaría continuar en la televisión y llegar a ser narradora de noticias, para mejorar mi dicción y vocalización”, dice Mayte, que se confiesa admiradora de César Hildebrant y Rosa María Palacios, pero sobre todo de Rosa María. “Me encanta cómo puntualiza y hace la pregunta clave que deja sin escapatoria al entrevistado. Quizá por el mismo hecho de ser mujer es más astuta”, comenta.
En sus planes está también la idea de concursar por el título de Miss La Libertad. Pensó hacerlo este año, pero un problema de salud se lo impidió. La oportunidad podría presentarse el año entrante, aunque si se anima a postular será con la condición de que no afecte sus estudios ni su trabajo en la lotería a la que no piensa abandonar. Yo por mi parte, estoy seguro de que si decide concursar, la suerte estará con ella.


23/12/2005

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