Saturday, June 07, 2008

“Internet es apenas la punta del iceberg de un cambio mucho más profundo”


Madrid, 28/05/08.

La fundación de Gabriel García Márquez desembarcó el martes en Madrid con un desayuno coloquio que puso a discutir a tres maestros del periodismo sobre el futuro del oficio frente al avance imparable de Internet.

El brasileño Rosental Alves, pionero del periodismo online en América Latina, el francés Jean-François Fogel, asesor del formato digital de Le Monde; y el español Gumersindo Lafuente, director de soitu.es, protagonizaron la primera de una serie de actividades organizadas por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en su reencuentro con España.

Los maestros de la Fundación, a quienes Álex Grijelmo, presidente ejecutivo de la agencia Efe, presentó como “tres auténticas referencias del nuevo periodismo pero que proceden del viejo periodismo”, charlaron en el Palacio de Linares, sede de la Casa de América, sobre el tema que más preocupa a los hombres de prensa en la actualidad: la caída de la tirada y la publicidad ante un enemigo llamado Internet.

El escenario de la tertulia no pudo ser mejor. El palacete del siglo XIX, situado en la Plaza de Cibeles, en pleno centro de Madrid, es famoso por los espíritus que según una vieja leyenda popular, aparecen de noche en sus suntuosos salones. Y aunque menos etéreo, Internet es también un fantasma que perturba el sueño de editores y periodistas.

Rosental Alves fue el primero de estos tres cazafantasmas en abrir fuego. Para el catedrático de periodismo en la Universidad de Texas, lo que está pasando con los medios es apenas la punta de un iceberg mucho más grande llamado revolución digital, un fenómeno comparable a la invención de la imprenta que está reemplazando a la sociedad industrial por la sociedad de la información o del conocimiento.

“Es un cambio en las estructuras del mundo que no afecta sólo a los periodistas, pero nos afecta profundamente porque está cambiando los paradigmas básicos de la comunicación de masas”, dijo Alves, que en mayo de 1995 dirigió el lanzamiento de la primera edición digital de un diario brasileño, el Jornal do Brasil Online.

“El sistema de medios actual –añadió- ha sido creado para la sociedad industrial y va a ser reemplazado por otro más adecuado para la sociedad de la información. Este nuevo sistema todavía no tiene un perfil claro, aún se está delineando, y eso genera incertidumbre sobre el futuro del periodismo y de los medios”, afirmó.

Frente a una situación así de nebulosa que en los primeros ocho años del presente siglo ya ha costado la pérdida de 3.600 puestos de trabajo en las redacciones de Estados Unidos, Alves recomendó a los periodistas una “apertura de mente” para entender las dimensiones de lo que está pasando y el optimismo suficiente para fijarse más en las oportunidades que en las amenazas.

Por su parte, Jean-François Fogel reconoció que los diarios están perdiendo circulación y publicidad a niveles difíciles de imaginar, por lo que deberán adaptarse a la nueva situación como en su momento lo hicieron cuando apareció la radio y como ésta a su vez se adaptó cuando surgió la televisión.

De lo contrario, advirtió, “va a morir el diario que viene a decirnos lo que pasó ayer y que ya hemos visto y comentado en Internet”.

Fogel, gran conocedor de la prensa de Occidente por su trabajo como asesor ejecutivo de Le Monde, sostuvo que los diarios de papel se enfrentan a la tarea de redefinir su rol como aglutinadores de ideas que ayudan a la sociedad a encontrarse a sí misma.

“El gran cambio se va a dar cuando un diario no ponga en su portada la gran noticia del día anterior sino que apueste por algo diferente, y estamos bastante cerca de eso”, afirmó.

Sobre el fenómeno de los blogs, Gumersindo La Fuente comentó que es una manifestación de algo que sucede por primera vez en la historia de la humanidad: el paso de la opinión pública desde un estado de oligopolio a un ecosistema donde cualquier persona dotada de las herramientas informáticas necesarias puede generar su propia información y opinión.

El periodista español negó, como sostienen los críticos de estas bitácoras digitales, que los blogs sean por su pequeña difusión una gota de agua que se pierde en el océano, pues a través de buscadores como Google o Yahoo! pueden llegar a sus destinatarios y crear opinión.

Muchos de estos destinatarios, además, son jóvenes nacidos en la era digital que ya prácticamente no miran los medios tradicionales, de tal suerte que para ellos, Google, Flickr o Delicious son palabras comunes en la vida diaria.

“Están adquiriendo una identidad digital que va a modificar su manera de relacionarse con la información y con la sociedad. En esta revolución lo que nos interesa es que se salve el trabajo periodístico, pero sin aferrarnos a las viejas estructuras”, precisó el director de soitu.es, una cabecera de Internet que se caracteriza por su contenido abierto a la colaboración de los usuarios.

El ex director de El Mundo.es concluyó que los medios de comunicación tradicionales todavía están a tiempo de reaccionar, pero aún se encuentran en la situación de negar lo que está pasando.

En una segunda ronda de intervenciones, Fogel afirmó que mientras los medios tradicionales producen noticias estáticas porque tienen una hora de cierre, en el mundo digital, “la noticia está siempre en obras” y hoy cualquier pantalla con conexión inalámbrica es candidata a ser medio de masas.

Disponible sí, gratuita no
A la pregunta de si en un mundo donde la información es tan abundante que nadie tiene que pagar para recibirla, los diarios no tienen otro camino que ser gratuitos, el periodista francés comentó que si bien esto es cierto desde un punto de vista económico, en términos periodísticos es discutible.

“En economía si el coste de conseguir un internauta marginal es cero, la información es gratuita. Pero desde un punto de vista periodístico, la información está disponible en todas partes, pero no toda está completa, editada, situada en un contexto. Y eso cambia el precio de la información. Está disponible, pero queda el trabajo por hacer”, explicó.

En referencia al mismo asunto, Alves recordó que el periódico siempre ha sido un producto industrial vendido muy por debajo de su coste gracias a que se financia con publicidad.

“Hoy la tendencia es a bajar el precio, pero el principal reto es reinventarse para ser relevante para la vida de las personas. En muchas partes, los diarios se están volviendo dispensables. Yo creo que sí se puede aprovechar el mundo de la red y al mismo tiempo crear un diario analítico y explicativo”, añadió.

Premio a periodista español
Después del coloquio, la Fundación se trasladó a la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid para dar a conocer al ganador de su Premio Nuevo Periodismo Iberoamericano en la modalidad Homenaje a la trayectoria profesional. La distinción recayó este año en el periodista español Iñaki Gabilondo.

Gabilondo, de 65 años, hombre de radio y televisión, considerado líder de opinión en su país, es el primer periodista español que recibe el premio, “un símbolo de la intención de la Fundación de trabajar más cerca de España y Portugal”, explicó su director Jaime Abello.

Desde el inicio de sus actividades formativas en 1995, la fundación con sede en Cartagena de Indias (Colombia) ha dictado 264 talleres y seminarios en 47 ciudades y capacitado a 5.051 periodistas iberoamericanos, de los cuales sólo 123 fueron españoles, una participación que espera que el premio a Gabilondo ayude a incrementar en los próximos años.

El galardón, que patrocina la compañía mexicana Cemex, está dotado de 30 mil dólares y será entregado por Gabriel García Márquez y el presidente de la cementera, Lorenzo Zambrano, el 2 de setiembre en Monterrey (México) durante la reunión anual de la Fundación.

En la foto, Jean-François Fogel proclama al ganador del Premio Cemex-FNPI en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid. Lo acompaña Jaime Abello, director de la FNPI.

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Tuesday, August 29, 2006

Aqui se corta con navaja



En Jara, la peluquería más antigua de Trujillo, no regalan gaseosa, se corta con navaja y el fígaro tiene bien claras sus preferencias sexuales.


Esa noche le fui infiel a Silvia. Y la traicioné con un hombre. No fue una experiencia grata. Silvia tiene las manos suaves, lleva varios años atendiéndome y sabe cuándo espero que se detenga. Felipe, en cambio, tiene las manos ásperas, era la primera vez que me atendía y parece que no entiende de gustos particulares. Sabía el riesgo al que me exponía. Me ha costado mucho tiempo encontrar alguien que me entienda y temía estropear mi imagen. Pero pensé que si iba a escribir sobre un peluquero lo menos que podía hacer era someterme a su corte. Cuando éste terminó y me miré al espejo lo regañé en silencio. Mi temor se había hecho realidad y era terriblemente inocultable. Salí de ahí deseando que ningún conocido me viera y que las semanas pasen rápido para que el tiempo reponga lo perdido. Hasta ahora me pregunto si la vanidad puede llegar a ser más fuerte que la voluntad de un hombre por poner a prueba su oficio, como era mi caso aquella noche. Y también como entonces, sólo una cosa me queda clara. Nunca más vuelvo a poner mi cabeza en otras manos que no sean las de Silvia.



Cuando entré estaba sentado en una silleta leyendo el suplemento escolar de Satélite. Cogía el periódico con las dos manos y tenía la cabeza agachada sobre él. Estaba tan concentrado en su lectura que no se percató de mi presencia hasta que lo saludé con un buenas noches. Apenas me vio se puso de pie y dispuso a atender. Me senté en el sillón giratorio más cercano a la puerta y lo vi sacar una navaja de un cajón. Yo esperaba una tijera. Luego roció agua sobre mi cabeza con un pulverizador y empezó a cortarme las mechas.
-¿Usted no usa tijera?
-Nooo, con tijera el cabello no queda parejito.
Con una peineta desenredaba mi cabello humedecido y dejaba expuesto al paso rasante de la navaja esos centímetros de más. El espejo biselado mostraba en torno mío un hombre bajito y gordito, de unos 60 años. Dos párpados gruesos resguardaban sus ojos rasgados y sobre su frente resaltaba una cicatriz.
–No me corte muy alto por favor. El pelo se me está cayendo y no quiero que se note, le recomendé.
–Es la mezcla de las razas. A los indios no se les cae el pelo. Así que de eso ni qué preocuparse, contestó.
Siempre había tenido curiosidad por entrar a esa peluquería. De niño mi padre me llevaba a la peluquería de a lado, a Hawai, pero siempre tuve curiosidad por conocer a la competencia, sobre todo desde que la vi aparecer en un comercial de Pilsen Trujillo con su barbero estrella sonriéndole a la cámara. El día que traspuse la mampara de Jara por primera vez encontré al hombrecito leyendo su periódico en un lugar bastante más pequeño del que había imaginado. En la pared de enfrente había una pintura surrealista de Vallejo sentado en su clásica postura con su casa de Santiago de Chuco como fondo y un caballo encabritado al costado. La imagen está pintada sobre la misma pared, como para recordar que en un cuarto del segundo piso de esa misma casona habitó el vate inmortal en sus años mozos.
-Usted se apellida Jara.
-No.
-¿No? ¿No es usted el dueño de esta peluquería?
-Nooo, yo aquí soy un obrero nomás. Mi apellido es Aguilar.
Al rato le viene a la mente lo que ha estado leyendo en el suplemento escolar y se lamenta de la forma en que el Perú ha ido cediendo territorio a sus vecinos.
-Pobrecito el Perú, todos le han quitado.
Cuando termina de hacer lo mismo con mi cabello me quita el guardapolvo y guarda su navaja y peineta en el mismo cajón de donde los sacó. Me recibe las monedas y sienta nuevamente a seguir leyendo su Satélite en la misma postura en la que lo encontré como si nunca nadie lo hubiese interrumpido, mientras me quedo mirando en el espejo… arrepentido.



A los 11 años, Felipe Aguilar ya cortaba el cabello a sus vecinos. Había aprendido mirando al único peluquero de Cruz Pampa, el caserío de Julcán donde nació. Compró unas máquinas Oster manuales y con ellas comenzó a podar las cabezas de sus conocidos. A los 15 ya era un maestro en el oficio y cuando vino a Trujillo en busca de trabajo sorprendió con su pericia al “chinito Manuel”, un peluquero de pocas pulgas que tenía su barbería en la esquina de Unión con Tambo. Con él trabajó seis meses hasta que regresó a la sierra. “Me hice de obligación y mi suegro no me dejó venir a la costa porque decía que aquí había mucha corrupción. Así que maté mi juventud en la sierra”.
Felipe cambió la tijera por la picota y se puso a trabajar en la chacra de su padre donde sembraban papa, trigo, maíz, “de todo un poquito”. Sólo cortaba los domingos, principalmente a profesores y policías que iban a buscarlo desde Julcán. “Me pagaban con esos 10 soles amarillos que había en la época de Morales Bermúdez”.
Su vida transcurrió en el campo hasta que un pleito familiar lo dejó sin trabajo. Con 40 años a cuestas y siete hijos que educar, pensó que lo mejor para ellos sería volver a Trujillo. Consiguió empleo en una barbería de la avenida Perú donde laboró dos años. Un día, la dueña de Jara se apareció allí para ofrecerle trabajo. Se había quedado sin peluquero y necesitaba reemplazarlo con urgencia. “Le pasaron la voz que trabajaba bien y me fue a rogar sin conocerme”. Pese a que su patrón trató de desanimarlo y que Jara tenía fama de que sus peluqueros no duraban en el puesto, aceptó la propuesta porque sabía que en el centro tendría más clientela y la gente pagaba más. “Estoy aquí desde el 3 de febrero de 1983”. ¿Quién dijo que en Jara los peluqueros no duran?



Mi relación con los peluqueros nunca ha sido del todo buena. De hecho empezó mal. No lo recuerdo porque era muy pequeño, pero mi padre llevaba a casa al peluquero para que me corte dormido en mi cuarto porque despierto me desgañitaba en llanto. Ese mismo peluquero, el maestro José Camacho, dueño de Hawai, me siguió cortando hasta que entré a la universidad. Traicioné sus servicios de años seducido por esas peluquerías de 3 soles más un vasito de gaseosa o un chocolate. Anduve saltando de una peluquería a otra hasta que conocí a Silvia y me acostumbré a su corte. Cosa curiosa. Silvia trabaja en un salón que cobra 5 soles y de regalo sólo te da caramelitos. Jara no te da ni eso, pero sigue siendo una peluquería muy concurrida.
Mientras Felipe atiende a un caballero que acaba de ingresar, aprovecho para conversar con su patrona, que en ese momento está sentada en una de las silletas leyendo con lupa una receta de cocina. Es callada y mi presencia no parece importarle. “Trabaja bien, tiene cerca de 25 años acá”, me dice sin alejar la vista de su receta. Se niega a darme su nombre pero muchos días después logro saber que es Adeolina, la hija mayor de Guillermo Jara, el extinto fundador de la peluquería que, con 63 años de atención, es la más antigua de Trujillo. Su madre, Mercedes Escobedo, fue quien contrató a Felipe.
“El negocio está regular nomás. Antes era la única peluquería en esta cuadra y estaba cerca de los colegios Seminario, San Juan, Modelo y de la universidad. Ahora en toda la cuadra hay 12 peluquerías”.
Pese a la dura competencia, Jara tiene su público cautivo. A este rinconcito del jirón Orbegoso llegan médicos, regidores y jueces. El alcalde de La Esperanza, Juan Namoc, es cliente habitual de Felipe y hasta los anteriores generales del Ejercito, Felipe Villagra, y la Policía, Jaime Aparicio, han probado el filo de su navaja.
El anterior arzobispo Manuel Prado Pérez Rosas fue quizá su cliente más importante. Pero no lo atendía en la peluquería. Cada vez que monseñor requería sus servicios, mandaba que lo traigan al Arzobispado. “Era chochito”, me contesta cuando le pregunto por las razones que monseñor tendría para no ir hasta Orbegoso. Parece que a Felipe la idea de caminar no le gustaba mucho.




Regresé a la mañana siguiente con el fotógrafo y lo encontré puliendo las cuchillas de una máquina que acababa de afilar. Las había puesto sobre el vidrio del mostrador y pasaba sobre ellas un trapito de querosene. Esta es su segunda ocupación favorita. “También arreglo máquinas eléctricas, mecánicas. Soy especialista. Muchos peluqueros me conocen por esto y mandan sus máquinas para que las afile”. No cobra menos de 5 soles y a sus amigos se lo hace gratis.
Le pregunto si también corta a mujeres y me asegura que sí, a algunas profesoras y abogadas que son sus amigas. Eso sí, aclara que no sabe hacer ondulaciones. “Es fácil pero nunca he practicado”.
Mi compañero fotógrafo le pide su opinión sobre la nueva generación de peluqueros de Trujillo y Felipe asegura que haciendo cortes tradicionales “no son nada” por una sencilla razón: “No saben cortar sin dejar líneas en la nuca como se hacía antes. Dejan la peluca redonda o cuadrada porque no saben pulir. Para eso se necesita pulso”. Luego añade que el corte hongo, por ejemplo, es uno muy malo al que sus paisanos en la sierra llaman despectivamente peluca de mate en alusión a la calabaza de madera que, a falta de firmeza en la mano, los peluqueros novatos ponen sobre la cabeza de sus clientes para asegurarse un corte parejo. “Es un corte de aprendiz pero los vagos lo pusieron de moda”, dice con sorna.
Mi compañero le vuelve a hacer una pregunta, esta vez sobre la gran cantidad de peluquerías exclusivas para mujeres que en los últimos años han abierto en Trujillo y si él se animaría a competir con sus generalmente amanerados dependientes cortando sólo a damas. Felipe sonríe. “Mucho cabro. No quiero que me crean maricón”.

Foto de Celso Roldán

Tuesday, August 15, 2006

El hombre que vende minutos



Debajo de la torre del reloj, Fabián Martínez vende minutos. Sentado sobre una silla de plástico al pie de la portada que antiguamente separaba a ricos de pobres, el joven cuenta las horas para dejar el sitio en el que se ha pasado los últimos cuatro años sacando del apremio a todo tipo de gente, desde taxistas hasta prostitutas que necesitan contactarse con algún cliente.
El muchacho viste un polo amarillo que lleva en el pecho unas letras rojas estampadas anunciando su servicio. Es moreno y cuando ladea el rostro deja ver la marca que le dejó el rasguño de un gato cuando tenía cinco años. Está cansado del sol y la polución, pero contento porque sabe que muy pronto estas incomodidades se acabarán.
“Voy a montar un bar en Cali. Ya está casi listo. Me iré en dos semanas”, afirma con orgullo mientras contempla el parque que ha convertido en su área de operaciones. Hasta aquí llegó el día que Bienestar Familiar, la compañía estatal para la que trabajaba como asistente de comunicaciones, decidió recortar planilla.
Luego de tres meses de vacaciones forzosas, decidió no alejarse mucho de las comunicaciones e invertir su liquidación en la compra al crédito de líneas de telefonía móvil. Como revender llamadas en la calle está prohibido, un amigo microempresario le hizo el favor de sacar la línea a su nombre. No le ha ido mal y está a punto de retirarse para invertir los ahorros conseguidos en el negocio de los licores.
“El negocio da cuando se administra de la mejor forma. Si mi costo es 130 pesos por minuto y vendo a 300, guardo los 130 y quedo bien con la factura. Muchos otros no duran porque se comen el capital y si trabajan con proveedor, le quedan mal. No todos tienen la misma disciplina para administrar una línea”, comenta.
La cabina pública andante de Cartagena es uno de los muchos oficios informales que han inventado los latinoamericanos que perdieron su trabajo durante la crisis económica que golpeó a la región a fines de los noventa.
“La mayoría de empresas despidió gente y recargó a los que se quedaron. Y cuando la economía se recuperó, no volvieron a contratar a los que habían despedido sino que reasignaron labores. Eso dejó a gran cantidad de gente en la calle que trata de solucionar el problema dedicándose al negocio informal”, explica Jorge Navarro, investigador del Observatorio del Caribe Latinoamericano.
Según cifras del Observatorio, en 1994, año en el que Colombia registró la tasa de desempleo más baja de su historia, en Cartagena habían 18 mil desocupados. En 1999, esa cifra se elevó a 70 mil y en los dos últimos años se ha estancado en 55 mil.
Por eso, no sorprende que según un estudio del mismo Observatorio, seis de cada 10 personas ocupadas en Cartagena trabaje al margen de la ley vendiendo artesanías, prendas, discos piratas, frutas o equipos de radio.
“Aquí floreció el mototaxismo y la venta de minutos por celular. La gente no se puede dejar morir de hambre”, dice el investigador.
En la esquina de la calle San Juan de Dios, al costado de la iglesia San Pedro Claver, Wilmer Vellojin, un muchacho de 18 años, vende artesanías que exhibe sobre un paño en la vereda. La mayoría de piezas son collares y cinturones hechos con la fibra que se obtiene de una mata de plátano llamada hiraca. Wilmer y sus hermanos confeccionan la mayoría de adornos y otros los compran hechos a unos indios de Santa Marta.
Sus accesorios tienen mucha salida entre los turistas y sabe que estamos en temporada alta por lo que con seguridad el día le dejará entre 150 y 200 mil pesos, el doble de lo que obtendría en temporada baja y más que suficiente para cubrir sus costos.
Con estos ingresos, Wilmer ayuda a cubrir los gastos de su familia y su pensión porque estudia el segundo año de Filosofía en la Universidad de Cartagena.
¿Y no te gustaría exportar? Wilmer y su hermano Germán que acaba de llegar trayéndole el almuerzo sonríen. “Sí, pero el problema es la falta de capital y de un intermediario, un comprador”.
Justamente, según el estudio del Observatorio, la mayor dificultad que enfrentan los comerciantes para formalizarse es la falta de crédito y contactos.
“Como no tienen garantías o avales que respalden la deuda, no pueden acceder a crédito formal”, apunta Navarro.
Por eso, el estudio recomienda seguir el ejemplo de Blangadesh, donde el Estado creó un Banco de los Pobres que presta un promedio de 70 dólares por persona sin intereses leoninos. El programa ha sido un éxito como lo demuestra que la tasa de recuperación de los créditos sea de 98 por ciento.
Para Navarro, la explicación es sencilla.
“Si la gente sabe que es la única oportunidad de acceder a financiamiento y de hacerlo a una tasa razonable, se ve incentivada a cumplir”. Debajo de la torre del reloj, el hombre que cuenta las horas para marcharse se lo agradecerá.

Thursday, May 25, 2006

A solas con Yerenia


Joven pintora se presenta en sociedad con luminosa muestra

La joven artista plástica Yerenia Alama Otero expone en la galería del Club Central su primera muestra individual en la que deja en claro su gran dominio de la luz y habilidad para acercarse a la realidad de una manera distinta a la convencional.
“Sólo mi existencia” es el nombre de la muestra, una selección de 19 óleos sobre lienzo en los que Alama presenta en primer plano frutas y flores, junto con sillas, candiles, libros y otros objetos que la pintora compone con delicadeza para expresar un sentimiento o sensación.
Se trata del típico bodegón, sin embargo, la artista rompe con la rigidez habitual en este tipo de composición al plasmar la realidad tal como la vería una cámara fotográfica.
“Admiro la naturaleza y no tengo necesidad de descomponer los objetos para expresar lo que siento”, dice Alama, que sitúa su obra dentro del realismo, una corriente literaria y pictórica surgida a mediados del siglo XIX que se caracteriza por la observación rigurosa de la realidad.
Alama, de 22 años, egresó de la Escuela de Bellas Artes en noviembre del año pasado y fue finalista de la última edición del Concurso de Pintura convocado en homenaje al pintor Pedro Azabache.
“Según la composición de los objetos, cada cuadro tiene una lectura diferente”, dice sobre su obra, en la que confiesa haber trabajado con fotografías, un recurso que la acerca al hiperrealismo, corriente moderna que se caracteriza por el empleo de la cámara para obtener información.
Un elemento recurrente en la obra de Alama y que le da un sello personal, son las canicas.
“Es una añoranza, de tener a alguien…, un hermano hombre”, revela la segunda de cinco hermanas y la única que heredó la vocación artística de su padre, pintor como ella, aunque de un estilo diferente.
“La canica es también un elemento que expresa ternura, melancolía, infancia, y que hace más sencilla y más dulce la composición”, añade.
Alama, ex alumna del Colegio Santa Rosa, cuenta que fue en Moche, hasta donde se trasladó en busca de temas para su muestra, que concibió algunos de sus cuadros, como es el caso de “Diálogo”: dos sillas dispuestas de tal manera que aparentan estar conversando. Sobre una de ellas hay un cartucho y sobre la otra desciende una mariposa.
“La mariposa soy yo”, dice la artista, una bella morena de cabello negro rizado que a mediados del año pasado dejó su otra gran pasión, las danzas típicas, para dedicarse por entero a la pintura.
Según el crítico de arte Santiago Salazar, que presentó la muestra el día de su inauguración, el aporte de Alama es básicamente académico, pero tiene el mérito de ofrecer al observador una alternativa al bodegón tradicional al aproximarse a la realidad de una manera diferente.
“Si sacas las frutas y los demás elementos de bodegón y te quedas con los planos de fondo, sigues teniendo una obra independiente. Esa es su mayor virtud”, afirma sobre la novel pintora.
Salazar resalta también el “gusto visual” y el “dominio lumínico” de Alama.
“En sus cuadros no coloca ventanas pero insinúa que la luz ingresa por un lugar. Maneja bien la atmósfera, es hábil, es pintora”, enfatiza.
La artista, que ya prepara su segunda individual -esta vez la temática serán los juguetes-, sabe que el camino que ha escogido estará lleno de dificultades, pero lo toma con seguridad y calma.
“Desde un comienzo supe el proceso que seguiría. Todo depende de la capacidad de cada uno. La meta tampoco es ganar dinero ya, rápido, sino presentarme, que vean lo que siento, lo que me gusta hacer”.
La muestra de Alama, que espera alcanzar un día el estilo surrealista de Dalí, se exhibirá hasta el 31 de mayo.

Tuesday, April 25, 2006

La Sixtina de Catacaos



Una joven pareja se abraza y besa. La romántica escena no tendría nada de inusual si no fuera porque la banca que ocupa no es la de un parque sino la de una iglesia. No es domingo ni hora de misa. Son cerca de la 1 de la tarde y el templo está desolado. Es tan espléndido como inmenso que a pesar de la soledad reinante es fácil pasar desapercibido entre sus cientos de bancas.
Quizá por esa razón los jóvenes no se resistieron a la tentación de intimar bajo las imágenes de “La Creación” y “El Pecado Original” pintadas en el cielo raso de la iglesia. Pero el párroco los ve desde el altar mayor y pega dos palmadas, así que los efusivos amantes no tienen más remedio que marcharse a continuar con sus caricias a otra parte.
La iglesia de Catacaos, un distrito de Piura famoso por su artesanía, es considerada una réplica de la Capilla Sixtina por la gran cantidad de murales que decoran sus techos, los cuales han sido pintados por artistas lugareños en condiciones muy parecidas a las de Miguel Ángel: recostados de espaldas sobre los andamios.
El profesor Matías Cruz, autor de un libro sobre el templo, recuerda que una de ellos, Mary Susan Campoverde, le dijo mientras dibujaba “La Resurrección” que trabajando en esa incómoda posición, se identificaba mucho más con el arte.
“Aquí en esta altura donde se deja de lado el caballete, es el lugar donde se manifiestan las sensaciones de alegría, dolor, nostalgia, gusto, furia y tranquilidad”.
El legado de Campoverde y sus compañeros es una maravillosa colección de murales que dan al templo una vistosidad sólo comparable con la que ha hecho famosa a la capilla del Vaticano.

***

Desde que el colectivo ingresó a la plaza principal de Catacaos, me sorprendió que un pueblo tan pequeño tuviera una iglesia tan grande así que dejé la compra de artesanía para después y le pedí al chofer que me abandonara en el templo.
“Esta es la catedral”, me dijo antes de estacionarse. Y aunque más tarde el párroco me explicó que el chofer estaba equivocado -sólo es catedral la casa del obispo- pensé que es natural que la gente se confunda. El edificio de color verde tenis parece una por su monumentalidad y acabados neoclásicos.
El templo fue construido a mediados del siglo XVI en honor a San Juan Bautista en el mismo lugar donde los curacas tallanes, antiguos habitantes de Piura, se reunían para resolver en consejo los problemas de su pueblo.
Sin embargo, la iglesia que miles de fieles y devotos colman en Semana Santa, no es la misma que ordenó levantar el “pacificador” español Pedro de La Gasca a su paso por Piura en busca de las huestes de Gonzalo Pizarro. El templo original fue destruido por el terremoto de 1912 y reconstruido en 1915. La naturaleza se volvió a ensañar contra el recinto en 1983 cuando el fenómeno de El Niño debilitó sus estructuras y lo dejó al borde del colapso.
Las obras de refacción se iniciaron al año siguiente y fueron posibles gracias al trabajo mancomunado de la población y sus autoridades que formaron un comité pro-reconstrucción. La tarea fue titánica y tomó 10 largos años en los que se organizó toda clase de actividades para recaudar fondos -desde bingos hasta peregrinajes- y pidió el apoyo de la empresa privada. La labor dejó a los cataquenses el orgullo de la misión cumplida, una iglesia que es una obra de arte y cómo no, algunos pasivos.
“Tengo cinco años aquí y he encontrado deudas por materiales y mano de obra que recién hemos terminado de pagar en el 2003”, cuenta el párroco Pedro Chunga.
El sacerdote diocesano me acompañó en un recorrido por la iglesia y permitió subir hasta el mirador para ver de cerca las estatuas de Cristo, la Virgen María y los doce apóstoles. A Judas -muy recordado últimamente- se lo puede identificar porque lleva en su mano la bolsita en la que recibió las monedas por entregar a Jesús.

***

El diablo también habita en esta parroquia; pero no hace el mal sino el bien. Los artífices de este insólito triunfo son los albañiles que reforzaron las columnas del templo con una mezcla de yeso y cemento que lleva el nombre del príncipe de las tinieblas. “Le dicen diablo porque es una mezcla bien dura”, explica el padre Chunga.
La Casa de Dios, como llaman también los cataquenses a su iglesia, es un recinto donde la tradición cristiana se mimetiza con las creencias paganas. El símbolo más popular de este sincretismo religioso es la devoción a Dimas, el buen ladrón, al que el pueblo ha canonizado y venera como santo a través de una imagen tallada en madera.
Como no es un santo “oficial”, la imagen de Dimas ha sido colocada en el presbiterio hasta donde diariamente llegan devotos de todas las condiciones económicas a pedirle un milagro. Muy cerca de él está también la imagen de Gestas, el ladrón malo, que según el padre Chunga, también tiene sus devotos (¡¿?!).
Como anécdota, Abraham Mendoza, el adusto encargado de darle mantenimiento a la parroquia, cuenta que hace dos años llegó hasta la imagen de Dimas Susy Díaz acompañada por curanderos de Las Huaringas. “Le rezó, puso velas, ofrendas y se fue”.
Los congresistas Paulina Arpasi, Humberto el “charro” Requena y el inefable ex canciller Fernando Olivera son otros personajes que han sido vistos por Mendoza pidiéndole un milagro a San Dimas.
Además de los óleos y murales, la iglesia de Catacaos guarda las imágenes de muchos santos y vírgenes. La tarde que visité el templo, alguien había dejado un pequeño ramo de rosas blancas en los brazos de la Virgen de Fátima. El padre Chunga dice que la mayoría de novias que se casa en la parroquia acostumbra dejar su buqué a la virgen de la cual es devota. Sólo en ese momento, los besos apasionados están permitidos en este santo lugar.


HEROICA VILLA

* Catacaos, que significa “llano grande y exuberante”, está situado a 8,5 kilómetros al sureste de Piura. El viaje en colectivo toma 15 minutos y cuesta S/. 1,50 por persona.

* La población del distrito supera los 65 mil habitantes y se dedica principalmente a la siembra de algodón, arroz y maíz.

* La Calle Comercio, a la que se ingresa por una de las esquinas de la plaza de armas, es el punto de concentración de orfebres, ceramistas y mercaderes de artesanía en madera y cuero.

* Un punto obligado para el turista son los restaurantes y picanterías donde los platos típicos son la malarrabia, el seco de cabrito con tamales verdes, el caldo de siete carnes y el seco de chabelo. Sólo no deje que lo lleven uno de los mototaxistas que ofrecen sus servicios de guías porque podría terminar asaltado.

Monday, March 27, 2006

Un día en el Real Plaza de Chiclayo




Chiclayo. Cuatro jóvenes vestidas con un conjunto de lycra que resalta su bella silueta aparecen patinando en la esquina de dos céntricas avenidas. Cuando el semáforo se pone en rojo, dos de ellas se paran frente a los autos y extienden una colorida banderola mientras las otras dos reparten volantes entre los conductores.
Este acto, que las patinadoras repiten en otros tres puntos muy transitados del centro histórico, es la singular forma que el mall construido por una compañía de seguros de vida, ha encontrado de promocionar su campaña de liquidación de ocho días.
“Diles que no dejen de sonreír”, le recomienda Jimena Campodónico, jefa de marketing del mall, a la encargada de coordinar con las patinadoras luego de entregarle una caja llena de volantes para que se las lleve.
Jimena, una chiclayana alta y delgada, me ha recibido en su oficina por la mañana, pero me pide que regrese a tomar las fotografías por la tarde porque a esa hora llega más gente.
Ahora son las 10:30 y todavía falta media hora para que el Real Plaza, que es como se llama el inmenso centro comercial, abra sus puertas. Está silencioso y si no fuera por el paso de algunos trabajadores que llegan a tomar sus posiciones en las tiendas diría que desolado.
Afuera, un señor que vino de Chepén a realizar unos trámites y quería aprovechar su breve estancia en Chiclayo para conocer el mall se va frustrado porque el vigilante le ha dicho desde el otro lado de la reja que todavía no hay atención. Los liberteños estamos acostumbrados a comprar desde las nueve.
Como he llegado demasiado temprano y ya estoy aquí, me he puesto a conversar con Cinthya, una joven de 20 años que trabaja como degustadora en uno de los establecimientos que ocupan el patio de comidas.
“Es una buena oportunidad de empleo para los jóvenes porque la mayoría de negocios ofrece la posibilidad de trabajar a medio tiempo”, me dice mientras limpia la barra del puesto.
Parece que aquí los techos tienen ojos porque un agente de seguridad que viste camisa y corbata interrumpe nuestra conversación para pedirme mi nombre y otros datos. Felizmente se limita a tomar nota de ellos y luego se marcha para dejarnos seguir hablando.

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El mall, que atiende de corrido hasta las 11 de la noche, ha sido construido por Interseguros, una compañía del Grupo Interbank, con una inversión superior a los 60 millones de soles.
La misma empresa planea construir un centro comercial de similares características en Trujillo, pero las dificultades para encontrar un terreno adecuado viene postergando el proyecto desde hace varios años.
En Chiclayo, el mall ha sido construido al sur de la ciudad, en la avenida Bolognesi, en un terreno de 63 mil metros cuadrados que anteriormente ocupó la planta de Nestlé.
El mall ocupa un área construida de 17.640 metros cuadrados y sus principales atractivos son una tienda por departamentos de Saga Falabella, nueve salas de Cineplanet, el almacén de ropa Topy Top y los juegos mecánicos de Happyland.
Además cuenta con una playa de estacionamiento para más de 400 autos y un patio donde están los establecimientos de Pardos Chicken, Pizza Hut, Kentucky Fried Chiken, Bembos y otras cadenas de comida rápida.
Pero el eje central del centro comercial es una calle interior que está situada entre la tienda de Saga y lo que se espera sea más adelante un supermercado. A lo largo de esta galería que desemboca en el patio de comida, están repartidos los negocios pequeños, como Interbank, Claro, la cadena de calzado Paylesshoes, Z Bookstore, ópticas Vision Center, Tiendas Efe, Boticas Arcángel, Platanitos, Radio Shack, entre otras.
Cuando el mall fue inaugurado a comienzos de diciembre pasado, los ejecutivos de Domus, la empresa creada por Interseguros para gerenciar el proyecto, explicaron a los medios que el concepto de centro comercial con una calle como eje central está inspirado en esa costumbre muy arraigada en provincias de ver a las plazas como punto de encuentro y esparcimiento familiar.

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Ahora son las cinco de la tarde y el mall comienza a llenarse de gente. Al centro del patio de comidas, una banda de rock hace pruebas de sonido. Estoy tomando fotos y otra vez un cortés hombre de seguridad se me acerca para confirmar si soy la persona que su jefe le ha dicho que va a estar tomando fotos, sólo que esta vez me pregunta cuánto tiempo me llevará hacer las vistas.
Mientras se comunica con su jefe por radio, pienso que él debe de ser uno de los más de 600 chiclayanos a los que según la nota de prensa que me entregó Jimena, el mall ha dado empleo. De ellos, 230 trabajan en Saga Falabella que es sin duda, el negocio más importante de Real Plaza.
La cadena chilena ha construido una tienda que no tiene nada que envidiarle a sus locales de Lima sobre un área de 4.500 metros cuadrados, el mayor del centro comercial, con la posibilidad de llegar a los 5.500 dependiendo de los resultados que obtenga en su primer año de operación.
“La proyección es muy buena. El negocio comenzó un poco lento, pero ahora la gente ya conoce el centro y viene con su familia”, me cuenta Andrea de la Gala, una gentil arequipeña que es la gerente de tienda.
“Estamos recibiendo unas 3 mil personas diarias y 8 mil los fines de semana (sumando sábado y domingo). La proyección es llegar a las 5 mil personas diarias entre semana”, añade.
El número de clientes de la financiera CMR también se ha incrementado con la apertura del Real Plaza. De las 36 mil cuentas activas que tenía a fines de octubre del año pasado, ha pasado a tener 42 mil.
Saga ha invertido un millón y medio de dólares en la construcción de esta tienda y está concentrada en atraer a ella a los consumidores de clase media baja que es el segmento más grande del mercado chiclayano.
“Estamos tratando de demostrarles que tenemos precios al alcance de todos. En temporadas de liquidación, por ejemplo, pueden conseguirse aquí cosas a precios más bajos que en los mercadillos de la ciudad”, asegura la ejecutiva.
Para conseguir su propósito, la cadena, que no es nueva en Chiclayo (entró en el 2000 con una tienda pequeña como la de Trujillo), organizó la semana pasada un desfile de modas y planea ofrecer una demostración de preparación de dulces y tragos para el Día de la Madre.
“La idea es que Saga marque en Chiclayo la tendencia en moda y tecnología”, me precisa la ejecutiva mientras acompaña en un paseo por la tienda.
Con la inclusión la semana pasada de la sección de Perfumería, la tienda ofrece ahora la totalidad de líneas y marcas propias que sus pares de Lima. Lo único que no puede conseguirse son los productos de marcas independientes como Benetton o Tommy Hilfiger porque el local no dispone aún de los espacios que estas empresas piden.
“Quizá el próximo año si se amplía la tienda”, dice la ejecutiva.

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De la Gala, que viene de administrar la tienda de Saga en Arequipa, tiene una apreciación personal sobre el consumidor de provincias: “El vestuario y la tecnología no son su primera necesidad sino la comida. El consumidor limeño, en cambio, es más presuntuoso. La idea es cambiar eso ofreciendo moda y convenciendo a la gente de que acá siempre va a encontrar cosas nuevas y a su alcance”.
Curiosamente, el suntuoso centro comercial está ubicado en un pueblo joven y la ejecutiva de Saga no tiene problemas en decirlo. “Se llama Diego Ferré”, precisa y cuando le pregunto dónde queda me lo señala desde una de las dos puertas de la tienda.
La llegada del mall ha favorecido a este pueblo con la revalorización de los predios, construcción de edificios y aparición de negocios como cabinas de Internet, locutorios, restaurantes y hostales. El poblado que era poco seguro y únicamente un punto en el camino hacia el aeropuerto de la ciudad, es transitado ahora por un mayor número de líneas de combis, buses y taxis.
“En Diego Ferré había pura casucha. Ahora han aparecido hasta edificios”, comenta Humberto Quiroz, un ex trabajador de la cooperativa azucarera Pomalca que ha residido la mitad de sus 80 años de vida en la avenida Bolognesi, muy cerca del pueblo joven y ahora también al frente del centro comercial.
Son cerca de las 6 de la tarde y ya son tres los agentes de seguridad que cuento que se han acercado a preguntarme quién soy. Pero felizmente ya estoy haciendo las últimas fotos en la puerta de entrada del mall. Hubiese querido irme de ahí despidiéndome de una de las patinadoras, pero tengo que conformarme con estrecharle la mano al que se ha tomado el trabajo de seguirme hasta la puerta. Nada es perfecto.

“Olmos ya”, el nuevo lema de los lambayecanos



En medio de una hondonada rodeada por cerros que la lluvia ha cubierto de árboles y bajo un cielo nublado, una cuadrilla de obreros construye el campamento que albergará a los trabajadores que perforarán los Andes para trasvasar las aguas de un afluente del Amazonas y derivarlas hacia las sedientas pampas de Olmos, un viejo anhelo de Lambayeque que pronto será realidad.
En la gorra color verde del ingeniero Juan Hernández, supervisor de las obras, resalta la inscripción “Olmos va”, el lema que los lambayecanos han usado durante varias décadas para sacar adelante un proyecto ideado hace 80 años y que recién en julio de 2004 comenzó a tomar cuerpo con la concesión de las primeras obras a la empresa brasileña Norberto Odebrecht.
“Ahora lo hemos cambiado por Olmos ya”, dice el ingeniero, miembro de la gerencia de Desarrollo del Proyecto Especial Olmos Tinajones, quien nos llevó hasta el lugar donde estará la salida del túnel Trasandino, el principal componente de lo que será una monumental red de presas, tuberías y centrales hidroeléctricas que pretende incorporar 40 mil hectáreas a la agricultura.
A este lugar, al que se accede luego de un trayecto de 5.600 kilómetros desde la carretera Manuel Mesones Muro -llamada así en homenaje al ferreñafano que a comienzos del siglo pasado concibió el transvase-, llegará el próximo año una excavadora de 5,30 metros de diámetro mandada a construir por Odebrecht expresamente para el proyecto.
En este momento, con excepción de la construcción del campamento, no se ejecutan obras aquí y sólo puede apreciarse la puerta de salida del túnel, desde donde se asoman dos inmensos ventiladores de forma cilíndrica a los que lugareños que bajan furtivamente por los cerros aprovechando la poca vigilancia les han robado las mangas para volver a coserlas y venderlas como fundas para autos o telas sobre las cuales poner a secar el arroz.
Las cosas cambiarán cuando llegue la excavadora, porque entonces unos 200 operarios trabajarán en la perforación del túnel de 15 kilómetros de largo que derivará las aguas del río Huancabamba hacia las pampas de Olmos. El río se encuentra al otro extremo del túnel, que es donde en forma paralela, otros 600 obreros construirán una represa que almacenará 710 millones de metros cúbicos.
De estas dos obras, el túnel Trasandino y la represa Limón, consiste la primera fase del proyecto que se ejecuta con una inversión de 185 millones de dólares, de los cuales 77 millones han sido aportados por el Estado gracias a un préstamo de la Corporación Andina de Fomento, y 108 millones por Odebrecht.
En una señal de la confianza que el proyecto inspira al mercado, a comienzos de este mes Odebrecht consiguió los 88 millones de dólares que le faltaban para completar su parte por medio de una exitosa colocación de bonos que fueron comprados por las AFP.
La segunda fase del proyecto consistirá en la construcción de dos centrales hidroeléctricas de 300 megavatios de potencia cada una, y la tercera en la construcción de una segunda represa en Olmos y el tendido de canales que distribuirán el agua entre los usuarios.
Las obras de estas dos etapas también serán concesionadas y ejecutadas en forma simultánea con las obras de la primera fase en un plazo de cinco años puesto que la idea del Gobierno Regional es pagarle a Odebrecht con los ingresos que reporte la generación de energía y distribución del agua.
Durante 20 años que es el período de concesión, la contratista brasileña controlará el transvase y recuperará su inversión con el cobro al Gobierno Regional de una tarifa por el uso del agua (6,59 centavos de dólar por metro cúbico), mientras que éste se limitará a supervisar el cumplimiento del contrato.
Por eso el Gobierno Regional está apurando los estudios para sacar en concesión la segunda y tercera etapa del proyecto.

ADIÓS A SEQUÍAS
Odebrecht tiene un plazo de cuatro años para cumplir con su parte del contrato, que solucionará los problemas de sequía que agobian a los agricultores de Olmos, un distrito de la provincia de Lambayeque situado 100 kilómetros al norte de Chiclayo.
Actualmente, los agricultores olmanos riegan sus frutales y limones con el agua que sustraen del subsuelo porque los ríos Olmos y Cascajal “rarísima vez traen volúmenes apreciables de agua y normalmente están secos”, dice en su oficina Jorge Pasco Cosmópolis, gerente de Promoción de Inversiones del proyecto.
Esta situación cambiará cuando esté lista la primera etapa del proyecto porque sólo con el transvase de las aguas del río Huancabamba y la construcción de la represa Limón, los agricultores dispondrán de un volumen anual de 710 millones de metros cúbicos, 10 veces más que el volumen actual.
“Es un proyecto muy importante que hemos esperado muchos años. No solucionará el problema de la falta de agua por completo, pero sí será una gran ayuda”, dice Juan Varilias, presidente de Gandules, una empresa con plantas en Motupe que exporta frijol, ají jalapeño, conservas de ajos, pasta de rocoto y pulpa de lúcuma, entre otros productos.
“Lambayeque es una región muy calurosa y el consumo de agua es alto, por lo que su escasez es un problema sobre todo en la temporada de verano”, explica Varilias en diálogo telefónico desde Lima.
Pero el proyecto no ha sido diseñado únicamente para solucionar el problema de la escasez de agua en los valles antiguos, sino también para ampliar la frontera agrícola con la irrigación de casi 40 mil hectáreas que actualmente están desérticas.
“En Olmos podemos tener una agricultura intensiva los 365 días del año porque si bien las temperaturas aquí son más altas que en Chavimochic, el clima es más estable y las tierras son mejores”, asegura Pasco Cosmópolis.
Según estudios realizados por el Proyecto lambayecano, a pesar de que ambas están compuestas básicamente por arena, las tierras de Olmos son más ricas en nutrientes que las de Chavimochic por estar más alejadas del mar.

SE PREPARAN PARA OLEADA DE EMIGRANTES
El proyecto estima que con la incorporación de las 40 mil hectáreas creará 80 mil empleos considerando que se necesitan dos hombres por hectárea. Sin embargo, es muy probable que la mayoría de esta mano de obra no sea cubierta por habitantes del mismo Olmos que a pesar de ser el distrito más grande de Lambayeque, tiene sólo 38 mil habitantes, de los cuales 23 mil viven en el campo y se dedican al pastoreo.
“La densidad poblacional de Olmos es bajísima: 7,1 habitantes por kilómetro cuadrado”, precisa Pasco Cosmópolis.
Es probable que la demanda de mano de obra que generará el proyecto en la zona será cubierta por emigrantes de Catacaos, Jaén, Chachapoyas y otras regiones vecinas. Para evitar que esta corriente migratoria cause hacinamiento y desorden como ocurre en los distritos de Chao y Virú, el proyecto está coordinando con el municipio de Olmos la elaboración de un estudio que determinará dónde estarán situados los nuevos poblados.

AGUA LLEGARÁ PRESURIZADA A LOTES
A diferencia de Chavimochic que trabaja con un canal abierto, el agua de Olmos llegará a los agricultores presurizada porque bajará a través de tuberías que aprovecharán la diferencia de altura entre la salida del túnel, que está situada a 1.072 metros sobre el nivel del mar, y el futuro embalse Olmos, que estará a 200 metros.
“El agua llegará presurizada a cada predio. Los agricultores no van a necesitar poner bombas para presurizarla ni filtros para limpiarla porque como les llegará entubada, estará libre de sedimentos. Será como un canal blindado”, explica Pasco Cosmópolis.
El uso de tuberías impedirá que en Olmos se repita la mala experiencia del reservorio de Tinajones que no puede ser aprovechado en su máximo potencial debido a que inescrupulosos roban el agua bombeándola del canal.
“Tenemos la virtud de haber llegado después de Chavimochic y por eso, tenemos que asimilar las experiencias buenas que ha tenido este proyecto y corregir sus errores”, dice el funcionario con la certeza de que en Chavimochic se presenta el mismo problema.
El proyecto ya ha avanzado con la lotización de los terrenos que prevé subastar y ofrecerá a los inversionistas parcelas desde 900 hasta 2.200 hectáreas, aunque todavía no ha definido su precio. Lo que sí es seguro es que cada comprador dispondrá de 10 mil metros cúbicos de agua por hectárea.
¿Cuándo saldrán a subasta los primeros lotes? Tampoco se sabe. “En el transcurso del próximo año debemos comenzar. Lo que pasa es que todavía falta estudiar una serie de detalles para poder decirle al inversionista: este es el caramelo que te estamos vendiendo”, afirma.

EN LA FOTO: Obreros de Odebrecht preparan el terreno sobre el cual se levantará el comedor del campamento del frente occidental del proyecto.

Monday, March 20, 2006

Odaliscas


El ballet argentino Noches Árabes, que dirige el prestigioso músico Mario Kirlis, ofreció la semana pasada un bello espectáculo en el Teatro Municipal que, como pocas veces se ha visto, lució colmado por público de todas las edades.


Sentado en la última fila del Teatro Municipal, uno siente que la cabeza se le va a separar del tronco de tanto seguir las batidas de cadera y pulsaciones de vientre de las odaliscas. En la introducción participan las tres danzantes y luego cada una ofrece un número individual. El músico Osvaldo Klempert deja su derbake (tambor) y hace bailar a Yamila al compás de los chinchines. Shanan se pone un sable sobre la cabeza y baila sin que éste se caiga. Saida se echa de espaldas y doblada sobre sus piernas eleva y baja el vientre al ritmo del teclado que toca Mario Kirlis. La gente acompaña con palmas las proezas de estas bellas danzantes que cierran su actuación de dos horas bajando a la platea y sacando a bailar a algunos afortunados.
No es la primera vez que este elenco se presenta en el Perú, pero sí la primera vez que lo hace en Trujillo, que respondió generoso y celebró con aplausos los osados contoneos de Saida, Shanan y Yamila, las tres odaliscas con las que Kirlis recorre el mundo llevando “un poco de la belleza de la cultura árabe”.
“Con la música y el arte árabe pasa siempre que cuando la gente los conoce, llega para quedarse”, afirma Kirlis, un músico argentino de ascendencia griega cuya fama internacional se acentuó en el 2002 cuando compuso los temas de la telenovela brasileña “El Clon”.
En Argentina, la música árabe y espectáculos como la danza del vientre –también conocida como bellydance- son tan populares como el tango, al punto que existen academias y compañías de teatro dedicadas a la difusión de este género en torno a las cuales gira toda una industria de instrumentos, vestuario y maquillaje como no se ve en ningún otro país de América Latina.
Kirlis atribuye este fenómeno a la influencia que los emigrantes árabes han tenido en la sociedad argentina. “En Argentina hay 3 o 4 millones de descendientes de árabes. El hecho de que este espectáculo sea auspiciado por la Cancillería argentina demuestra que la música árabe es parte de nuestra cultura. Los argentinos hemos bajado de los barcos y después de los italianos y españoles, los árabes han sido la tercera corriente migratoria más importante en Argentina”.
La colombiana Shakira popularizó hace algunos años la danza del vientre en momentos en que los conflictos bélicos en Medio Oriente despertaban el interés del mundo por la cultura árabe. A Kirlis no le agrada la voz de la barranquillera, pero aprueba su baile.
“Shakira es una joven prodigio. A los 21 años podías verla dirigiendo una grabación. No me gusta su voz, pero me encanta cómo baila. Lleva sangre libanesa y lo hace muy bien”, afirma.

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Llegar a Saida, la estrella del ballet, no fue sencillo. Está prohibido interrumpir el descanso del elenco y tuve que esperar hasta la noche, media hora antes del inicio del espectáculo para conversar con ella. Me encontró entre bambalinas conversando con el maestro Kirlis. Sólo podía darme unos minutos porque aún no había terminado de maquillarse y vestirse.
Esperaba alguien más alta, pero Saida es bajita y delgada. Impresionan sus ojos negros, que ha resaltado con sombras de color morado. Me habla con los brazos cruzados y contesta mirando a los músicos que ya ubicados detrás del telón van afinando sus instrumentos.
Saida es su nombre artístico, que significa “Señora” o “Dama”. Su verdadero nombre es Verónica Helou, sus padres son árabes y nació en Buenos Aires, “la mejor ciudad del mundo”, donde estudio publicidad, profesión que nunca ejerció por dedicarse al baile.
“Lo vi en otra bailarina y me atrapó tanto que lo aprendí y no dejé nunca”, cuenta sobre sus inicios en la danza del vientre hace 15 años, cuando era una adolescente.
Hoy, Saida tiene una escuela donde enseña a unas 700 alumnas y un ballet formado por sus mejores pupilas.
Casada hace siete años con un diseñador gráfico, Saida vive a mil por hora. Además de las giras con Kirlis, la escuela y el ballet, graba discos y videos instructivos, imparte seminarios y desde el 2004 integra el grupo Bellydance Superstars, la compañía internacional más prestigiosa de su género que dirige Miles Copeland, el mismo productor de Sting, The Police y R.E.M.
-¿Nunca te cansas?
-Sí, pero soy feliz haciendo esto. Después de esta presentación, voy a estar un día en Buenos Aires y luego partiré a Venezuela. De vuelta estaré otra vez unos días en Buenos Aires y volveré a salir de gira por México, Inglaterra, Venezuela, Bolivia, Colombia…
-¿Tienes tiempo de hacer turismo?
-No, pero tampoco me hago el tiempo. Ando del hotel al teatro.
La palabra odalisca viene del turco odalik que significa concubina. En la cultura turca, la odalisca era una esclava dedicada al servicio del harén del sultán. Quizá por eso, Saida prefiere que se refieran a ella y sus colegas como danzarinas del vientre.
“Odalisca es un término más popular, pero no representa con exactitud todo lo que nosotras hacemos. La danza del vientre es una disciplina que exige mucho control corporal, ritmo y actuación”, explica.
Antiguamente, para las mujeres de Arabia Saudita, la danza del vientre era considerada sagrada y no podía ser vista por los hombres. Saida, que ha estudiado los orígenes de este baile, advierte que aún hoy en este país y algunos otros de los 22 que conforman la comunidad de países árabes una mujer no se atrevería jamás a mostrar su torso desnudo, aunque también hay otros más tolerantes como Líbano donde hacerlo es normal o Egipto, donde se permite practicarlo con el cuerpo tapado.
“Exhibir el cuerpo en una sociedad tan pacata como la musulmana siempre ha sido un problema, pero las cosas están cambiando”, afirma.
La danza del vientre se distingue por su sensualidad y por eso algunos seguidores del tantrismo sostienen que con ella, una mujer puede alcanzar el orgasmo. Saida, sin embargo, cree que eso puede pasar con cualquier tipo de danza si la mujer está predispuesta.
“Claro que tiene una conexión interna porque te da un mayor control sobre tus músculos abdominales. Tengo compañeras que gracias a eso han tenido un mejor parto, pero también otras que han tenido un parto dolorosísimo porque igual el bebé venía mal. Entonces, es relativo. Depende del estado de ánimo. Uno puede llegar al orgasmo haciendo incluso deporte”.
Saida está apurada, pero es amable conmigo y me consulta si tengo una pregunta más que hacerle. Le digo que no, le agradezco por su tiempo y le pido un autógrafo. Ella accede y me agradece. Luego regresa a su camerino. La función debe comenzar.