Werenshon en el bosque
Werenshon Ramos enarbola la defensa del medio ambiente como pico de lanza en su carrera hacia el Congreso, pero como gerente del organismo estatal protector de los recursos naturales no pudo evitar que un bosque de algarrobos ubicado en Chepén sea desafectado del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado.
El candidato de Perú Posible se justifica argumentando que como gerente su responsabilidad se limita a la parte administrativa y no técnica. Que si los intendentes del Instituto Nacional de Recursos Naturales determinan que una zona ya no merece ser protegida por el Estado y llegan a esa conclusión luego de cumplir con todos los pasos dispuestos por la ley, a él sólo le queda ponerle su rúbrica.
Sabe que el escándalo puede afectar su candidatura y aunque dice no estar preocupado, el jueves reunió a periodistas y técnicos del Inrena en el mismo Algarrobal El Moro para aclarar el problema. Deja que la intendente de Áreas Naturales Protegidas guíe a los periodistas por el bosque explicando el problema. Él, con licencia desde el 7 de febrero, se limita a deslindar su responsabilidad a los pocos que se le acercan. “No es culpa de ninguna persona sino el resultado del cumplimiento de las leyes. Sin embargo, como liberteño me interesa que las pocas hectáreas que quedan en buen estado, sean declaradas zonas de protección privada”, repite a todos.
Ramos, un ingeniero químico de 50 años, llegó a El Moro en jeans y zapatillas. Además vestía un polo amarillo, el mismo con el que aparece en sus afiches. Escogió ese color porque según el creativo inglés Edward De Bono, del que recibió una charla durante su maestría en España, simboliza la energía y el entusiasmo. Sin duda, va a necesitar bastante amarillo para llegar al Congreso porque esta vez las posibilidades de que su partido gane una curul para La Libertad son escasas y su número es el Dos.
***
Ramos se moviliza en un viejo Ford Custom que ha alquilado para la ocasión y que normalmente presta servicios de colectivo. Cuando veo que vamos a partir me separo del grupo y le pregunto si puedo acompañarlo en el vehículo. El candidato acepta y me invita a ir adelante. “Yo voy a lado de mi jefa”, dice antes de subir a la parte posterior donde lo espera su familia.
Con Lidia, una auxiliar de contabilidad, lleva 23 años de casado y tiene un solo hijo, Weren Kenny, de 18. Los tres están sentados detrás mío y antes de que el chofer arranque me volteo para tomarles una foto. Ramos abraza a su esposa y le da varios besos en la mejilla.
–¿Cuál es la mayor virtud de su esposo, señora?
–Es demasiado recto. En cuestión de estudios, por ejemplo, a su hijo lo trata peor que a militar. Si hubiera una nota superior a 20, le exigiría que se la saque.
–¿Y cuál es su peor defecto?
–Es un poco desordenado.
Ramos sonríe y la vuelve a besar.
Aunque su madre dice que es igual a su padre de ocurrente, Kenny parece bastante serio y desconfiado. ¿Cómo sabes?, me pregunta sorprendido cuando le consulto sobre su paso por el colegio militar Ramón Castilla. “He hecho mis pesquisas”, le contesto y sospecho que la idea de que haya hurgado en la vida de su familia no le agrada mucho. Sin embargo, me responde con naturalidad.
“Yo era muy sensible, muy susceptible. Era fácil de doblegar. Cualquier cosa me hacía sentir mal. Un grito de mi papá me hacía lagrimear. Por eso decidí ingresar al colegio militar, quería fortalecerme en todo sentido”.
No fue fácil. Hay tradiciones que se mantienen en los colegios militares y “los perros” siempre serán tratados como “perros” por sus compañeros de grados superiores. Kenny era un “perro” y tuvo que soportar algunos maltratos. Por eso, su padre se sorprendió cuando poco antes de su primera salida después de dos meses de reclusión absoluta -otra tradición del colegio- visitó a su hijo y lo encontró con la moral al tope.
–¿Estás bien, hijo?
–¡Sí, papá!
–¿Comes bien?
–¡Sí, papá!
–¿Duermes bien?
–¡Sí, papá!
Siguieron caminando mientras le contaba que su madre y él lo extrañaban y siempre entraban a su cuarto para recordarlo. Cuando volteó, el cadete estaba llorando.
***
El restaurante se llama Los Patos, pero no hay pato. Se ha acabado y sólo queda cabrito y pava. Me he sentado al costado del candidato para poder seguir conversando. Por momentos, sus gestos se asemejan a los de Alejandro Toledo, sobre todo cuando levanta el dedo índice y habla pausadamente, con la mirada fija en un punto perdido.
Pero a diferencia del jefe de su partido, a quien debemos la famosa “Hora Cabana”, Ramos es recordado por sus alumnos de pre y postgrado en la UNT, donde trabajó cinco años, por su puntualidad. El candidato recuerda con gracia que se dio el lujo de dejar fuera de clase a varios estudiantes que en pregrado habían sido sus profesores. “Ellos me reclamaban, pero yo les decía que hacer un postgrado significa aspirar a un grado más de intelectualidad. Eso implica el cultivo de valores y uno de ellos es la puntualidad”, afirma.
A Toledo lo conoció en agosto de 1994 en Lima durante una reunión familiar en casa de su hermano mayor. El economista de Stanford se enteró que acababa de regresar de Europa y le habló de su sueño de fundar un movimiento político. Congeniaron y Ramos asegura que recibió el encargo de formar la primera base de País Posible Trujillo.
“Él quiso que yo ponga la primera piedra en La Libertad. He sido el primer secretario distrital y también el primer secretario provincial”, dice, aunque ex militantes afirman que el primer líder del movimiento en la región fue César Aliaga Chávez, un abogado retirado de la política al que no hemos podido ubicar y al que según refieren, Ramos desplazó porque su intención “siempre ha sido copar la dirigencia del partido”.
Cuando le menciono el nombre de Aliaga, Ramos tarda un poco en recordarlo y se defiende argumentando que en aquellos primeros años del movimiento, tuvieron que aliarse con el CODE de Barba Caballero para poder reunir el número suficiente de firmas que les permitiese participar en las elecciones de 1995.
La alianza provocó ciertos reacomodos en la dirigencia del movimiento y es en medio de ese proceso que, según Ramos, Aliaga llegó al partido, pero no le reconoce ningún liderazgo.
***
La única experiencia de Ramos en un cargo público es su paso por la Prefectura de Trujillo, un cargo prácticamente decorativo que algunos candidatos proponen eliminar. Ramos coincidió en esta función con el período de José León Rivera al frente del Gobierno Regional, entonces CTAR. Los dos eran las máximas autoridades políticas en el departamento y solían presentarse juntos a todas las inauguraciones y ceremonias oficiales. Los periodistas los apodaron “Las Torres Gemelas” por su baja estatura, pero a diferencia de lo que pasó en Nueva York con el World Trade Center, aquí sólo se cayó una. Una denuncia de proxenetismo derrumbó la carrera política de León Rivera, mientras que Ramos continuó tranquilo en su cargo, aunque otra denuncia también lo hizo tambalear.
A inicios de 2004 la Oficina de Control Interno del Ministerio del Interior abrió un proceso de investigación contra el prefecto Ramos y su jefa, la directora general de Gobierno Interior, Carolina Baquerizo, por la presunta donación irregular de dinero efectuada por la Dirección Regional de Pesquería a la Prefectura de La Libertad.
La Dirección de Pesquería entregaba a la Prefectura pescado donado por Sipesa para que lo venda al precio de 1 sol por kilo a poblados con problemas de desnutrición. Para evitar que la acción sea interpretada como proselitismo, Ramos encargó a su esposa la tarea de llevar el pescado a Virú, Chepén, Julcán, Gran Chimú y Otuzco.
El proyecto se denominó “Pescado Barato” y duró un año, todo el 2003, hasta que la investigación del organismo de control generó su suspensión.
Ramos sabe que los periodistas siempre le van a preguntar sobre este tema y anda preparado. Cuando le pongo el caso sobre la mesa, manda a una de sus asistentes a traerle una copia de la resolución en la que el ministro del Interior Félix Murazzo resuelve sancionarlo administrativamente con una amonestación escrita y a Baquerizo con una suspensión de un mes. A ella por ordenar la firma de un convenio con una resolución directoral cuando lo correcto era hacerlo con una resolución ministerial, y a él por obediente.
Como se trataba sólo de una irregularidad y no de un dolo, el órgano de control recomendó una sanción administrativa para los dos que, al final, ninguno recibió porque ya no laboraban en el Ministerio del Interior cuando acabó la investigación.
***
Werenshon Ramos es el segundo de seis hermanos. Su padre era agricultor y empleado de la hacienda María Laura, que cultivaba espárragos en Virú, y su madre vendía carne en el Mercado Central de Trujillo. Cuando le pregunto dónde nació, me dice que en Sayapullo, un asiento minero, pero que se crió en Otuzco. ¡Ajá!, mentira, pienso yo. ¿Entonces por qué en su DNI dice que nació en Cajabamba?, retruco. Esperaba que se pusiera nervioso, pero Ramos ni siquiera se inmuta y me explica que Sayapullo fue, en efecto, un distrito de Cajabamba, hasta que en 1995 decidió anexarse a la provincia de Gran Chimú, en La Libertad. Punto para Were.
***
A comienzos de los noventa, Ramos dejó a su esposa y a su hijo de tres años para irse a estudiar Ingeniería Industrial y un master en gestión en la Universidad Ramón Lull de Barcelona. Dice que se costeó sus estudios con sus ahorros, el sacrificio de su familia y un crédito bancario. Allá trabajó limpiando un laboratorio de análisis de minerales primero, y una fábrica de pegamentos después. Además, dictó clases particulares de física, química y cálculo matemático.
“Un tiempo, incluso, cuidé a un anciano que sufría de Alzheimer. Para mí el trabajo nunca ha sido una restricción”, afirma.
Es raro que alguien que ha estudiado en el extranjero y ejercido un cargo público no tenga propiedades inmuebles y viva hasta ahora en la casa de sus padres, en la urbanización California. Una pequeña participación en una tienda de artefactos eléctricos de sus hermanos es todo su capital conocido. Ramos dice que su sueldo como profesor de la UNT no le permitió comprarse una casa y, además, tenía que pagar primero el préstamo de la maestría. Su situación económica no mejoró mucho cuando fue nombrado prefecto porque el sueldo de éste es modesto y recién hoy que trabaja como gerente del Inrena sabe lo que es ganar cifras de tres ceros: 12.000 soles.
“Si sacaba un crédito Mivivienda se hubiese prestado a suspicacias. Por eso, he preferido esperar a que termine este gobierno para recién solicitar uno. A eso me he comprometido con ella”, dice mirando a su esposa. Lidia sonríe mientras se abanica el rostro. El calor es insoportable y el último tramo de la campaña promete elevar aún más la temperatura.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home