Monday, March 27, 2006

Un día en el Real Plaza de Chiclayo




Chiclayo. Cuatro jóvenes vestidas con un conjunto de lycra que resalta su bella silueta aparecen patinando en la esquina de dos céntricas avenidas. Cuando el semáforo se pone en rojo, dos de ellas se paran frente a los autos y extienden una colorida banderola mientras las otras dos reparten volantes entre los conductores.
Este acto, que las patinadoras repiten en otros tres puntos muy transitados del centro histórico, es la singular forma que el mall construido por una compañía de seguros de vida, ha encontrado de promocionar su campaña de liquidación de ocho días.
“Diles que no dejen de sonreír”, le recomienda Jimena Campodónico, jefa de marketing del mall, a la encargada de coordinar con las patinadoras luego de entregarle una caja llena de volantes para que se las lleve.
Jimena, una chiclayana alta y delgada, me ha recibido en su oficina por la mañana, pero me pide que regrese a tomar las fotografías por la tarde porque a esa hora llega más gente.
Ahora son las 10:30 y todavía falta media hora para que el Real Plaza, que es como se llama el inmenso centro comercial, abra sus puertas. Está silencioso y si no fuera por el paso de algunos trabajadores que llegan a tomar sus posiciones en las tiendas diría que desolado.
Afuera, un señor que vino de Chepén a realizar unos trámites y quería aprovechar su breve estancia en Chiclayo para conocer el mall se va frustrado porque el vigilante le ha dicho desde el otro lado de la reja que todavía no hay atención. Los liberteños estamos acostumbrados a comprar desde las nueve.
Como he llegado demasiado temprano y ya estoy aquí, me he puesto a conversar con Cinthya, una joven de 20 años que trabaja como degustadora en uno de los establecimientos que ocupan el patio de comidas.
“Es una buena oportunidad de empleo para los jóvenes porque la mayoría de negocios ofrece la posibilidad de trabajar a medio tiempo”, me dice mientras limpia la barra del puesto.
Parece que aquí los techos tienen ojos porque un agente de seguridad que viste camisa y corbata interrumpe nuestra conversación para pedirme mi nombre y otros datos. Felizmente se limita a tomar nota de ellos y luego se marcha para dejarnos seguir hablando.

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El mall, que atiende de corrido hasta las 11 de la noche, ha sido construido por Interseguros, una compañía del Grupo Interbank, con una inversión superior a los 60 millones de soles.
La misma empresa planea construir un centro comercial de similares características en Trujillo, pero las dificultades para encontrar un terreno adecuado viene postergando el proyecto desde hace varios años.
En Chiclayo, el mall ha sido construido al sur de la ciudad, en la avenida Bolognesi, en un terreno de 63 mil metros cuadrados que anteriormente ocupó la planta de Nestlé.
El mall ocupa un área construida de 17.640 metros cuadrados y sus principales atractivos son una tienda por departamentos de Saga Falabella, nueve salas de Cineplanet, el almacén de ropa Topy Top y los juegos mecánicos de Happyland.
Además cuenta con una playa de estacionamiento para más de 400 autos y un patio donde están los establecimientos de Pardos Chicken, Pizza Hut, Kentucky Fried Chiken, Bembos y otras cadenas de comida rápida.
Pero el eje central del centro comercial es una calle interior que está situada entre la tienda de Saga y lo que se espera sea más adelante un supermercado. A lo largo de esta galería que desemboca en el patio de comida, están repartidos los negocios pequeños, como Interbank, Claro, la cadena de calzado Paylesshoes, Z Bookstore, ópticas Vision Center, Tiendas Efe, Boticas Arcángel, Platanitos, Radio Shack, entre otras.
Cuando el mall fue inaugurado a comienzos de diciembre pasado, los ejecutivos de Domus, la empresa creada por Interseguros para gerenciar el proyecto, explicaron a los medios que el concepto de centro comercial con una calle como eje central está inspirado en esa costumbre muy arraigada en provincias de ver a las plazas como punto de encuentro y esparcimiento familiar.

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Ahora son las cinco de la tarde y el mall comienza a llenarse de gente. Al centro del patio de comidas, una banda de rock hace pruebas de sonido. Estoy tomando fotos y otra vez un cortés hombre de seguridad se me acerca para confirmar si soy la persona que su jefe le ha dicho que va a estar tomando fotos, sólo que esta vez me pregunta cuánto tiempo me llevará hacer las vistas.
Mientras se comunica con su jefe por radio, pienso que él debe de ser uno de los más de 600 chiclayanos a los que según la nota de prensa que me entregó Jimena, el mall ha dado empleo. De ellos, 230 trabajan en Saga Falabella que es sin duda, el negocio más importante de Real Plaza.
La cadena chilena ha construido una tienda que no tiene nada que envidiarle a sus locales de Lima sobre un área de 4.500 metros cuadrados, el mayor del centro comercial, con la posibilidad de llegar a los 5.500 dependiendo de los resultados que obtenga en su primer año de operación.
“La proyección es muy buena. El negocio comenzó un poco lento, pero ahora la gente ya conoce el centro y viene con su familia”, me cuenta Andrea de la Gala, una gentil arequipeña que es la gerente de tienda.
“Estamos recibiendo unas 3 mil personas diarias y 8 mil los fines de semana (sumando sábado y domingo). La proyección es llegar a las 5 mil personas diarias entre semana”, añade.
El número de clientes de la financiera CMR también se ha incrementado con la apertura del Real Plaza. De las 36 mil cuentas activas que tenía a fines de octubre del año pasado, ha pasado a tener 42 mil.
Saga ha invertido un millón y medio de dólares en la construcción de esta tienda y está concentrada en atraer a ella a los consumidores de clase media baja que es el segmento más grande del mercado chiclayano.
“Estamos tratando de demostrarles que tenemos precios al alcance de todos. En temporadas de liquidación, por ejemplo, pueden conseguirse aquí cosas a precios más bajos que en los mercadillos de la ciudad”, asegura la ejecutiva.
Para conseguir su propósito, la cadena, que no es nueva en Chiclayo (entró en el 2000 con una tienda pequeña como la de Trujillo), organizó la semana pasada un desfile de modas y planea ofrecer una demostración de preparación de dulces y tragos para el Día de la Madre.
“La idea es que Saga marque en Chiclayo la tendencia en moda y tecnología”, me precisa la ejecutiva mientras acompaña en un paseo por la tienda.
Con la inclusión la semana pasada de la sección de Perfumería, la tienda ofrece ahora la totalidad de líneas y marcas propias que sus pares de Lima. Lo único que no puede conseguirse son los productos de marcas independientes como Benetton o Tommy Hilfiger porque el local no dispone aún de los espacios que estas empresas piden.
“Quizá el próximo año si se amplía la tienda”, dice la ejecutiva.

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De la Gala, que viene de administrar la tienda de Saga en Arequipa, tiene una apreciación personal sobre el consumidor de provincias: “El vestuario y la tecnología no son su primera necesidad sino la comida. El consumidor limeño, en cambio, es más presuntuoso. La idea es cambiar eso ofreciendo moda y convenciendo a la gente de que acá siempre va a encontrar cosas nuevas y a su alcance”.
Curiosamente, el suntuoso centro comercial está ubicado en un pueblo joven y la ejecutiva de Saga no tiene problemas en decirlo. “Se llama Diego Ferré”, precisa y cuando le pregunto dónde queda me lo señala desde una de las dos puertas de la tienda.
La llegada del mall ha favorecido a este pueblo con la revalorización de los predios, construcción de edificios y aparición de negocios como cabinas de Internet, locutorios, restaurantes y hostales. El poblado que era poco seguro y únicamente un punto en el camino hacia el aeropuerto de la ciudad, es transitado ahora por un mayor número de líneas de combis, buses y taxis.
“En Diego Ferré había pura casucha. Ahora han aparecido hasta edificios”, comenta Humberto Quiroz, un ex trabajador de la cooperativa azucarera Pomalca que ha residido la mitad de sus 80 años de vida en la avenida Bolognesi, muy cerca del pueblo joven y ahora también al frente del centro comercial.
Son cerca de las 6 de la tarde y ya son tres los agentes de seguridad que cuento que se han acercado a preguntarme quién soy. Pero felizmente ya estoy haciendo las últimas fotos en la puerta de entrada del mall. Hubiese querido irme de ahí despidiéndome de una de las patinadoras, pero tengo que conformarme con estrecharle la mano al que se ha tomado el trabajo de seguirme hasta la puerta. Nada es perfecto.

“Olmos ya”, el nuevo lema de los lambayecanos



En medio de una hondonada rodeada por cerros que la lluvia ha cubierto de árboles y bajo un cielo nublado, una cuadrilla de obreros construye el campamento que albergará a los trabajadores que perforarán los Andes para trasvasar las aguas de un afluente del Amazonas y derivarlas hacia las sedientas pampas de Olmos, un viejo anhelo de Lambayeque que pronto será realidad.
En la gorra color verde del ingeniero Juan Hernández, supervisor de las obras, resalta la inscripción “Olmos va”, el lema que los lambayecanos han usado durante varias décadas para sacar adelante un proyecto ideado hace 80 años y que recién en julio de 2004 comenzó a tomar cuerpo con la concesión de las primeras obras a la empresa brasileña Norberto Odebrecht.
“Ahora lo hemos cambiado por Olmos ya”, dice el ingeniero, miembro de la gerencia de Desarrollo del Proyecto Especial Olmos Tinajones, quien nos llevó hasta el lugar donde estará la salida del túnel Trasandino, el principal componente de lo que será una monumental red de presas, tuberías y centrales hidroeléctricas que pretende incorporar 40 mil hectáreas a la agricultura.
A este lugar, al que se accede luego de un trayecto de 5.600 kilómetros desde la carretera Manuel Mesones Muro -llamada así en homenaje al ferreñafano que a comienzos del siglo pasado concibió el transvase-, llegará el próximo año una excavadora de 5,30 metros de diámetro mandada a construir por Odebrecht expresamente para el proyecto.
En este momento, con excepción de la construcción del campamento, no se ejecutan obras aquí y sólo puede apreciarse la puerta de salida del túnel, desde donde se asoman dos inmensos ventiladores de forma cilíndrica a los que lugareños que bajan furtivamente por los cerros aprovechando la poca vigilancia les han robado las mangas para volver a coserlas y venderlas como fundas para autos o telas sobre las cuales poner a secar el arroz.
Las cosas cambiarán cuando llegue la excavadora, porque entonces unos 200 operarios trabajarán en la perforación del túnel de 15 kilómetros de largo que derivará las aguas del río Huancabamba hacia las pampas de Olmos. El río se encuentra al otro extremo del túnel, que es donde en forma paralela, otros 600 obreros construirán una represa que almacenará 710 millones de metros cúbicos.
De estas dos obras, el túnel Trasandino y la represa Limón, consiste la primera fase del proyecto que se ejecuta con una inversión de 185 millones de dólares, de los cuales 77 millones han sido aportados por el Estado gracias a un préstamo de la Corporación Andina de Fomento, y 108 millones por Odebrecht.
En una señal de la confianza que el proyecto inspira al mercado, a comienzos de este mes Odebrecht consiguió los 88 millones de dólares que le faltaban para completar su parte por medio de una exitosa colocación de bonos que fueron comprados por las AFP.
La segunda fase del proyecto consistirá en la construcción de dos centrales hidroeléctricas de 300 megavatios de potencia cada una, y la tercera en la construcción de una segunda represa en Olmos y el tendido de canales que distribuirán el agua entre los usuarios.
Las obras de estas dos etapas también serán concesionadas y ejecutadas en forma simultánea con las obras de la primera fase en un plazo de cinco años puesto que la idea del Gobierno Regional es pagarle a Odebrecht con los ingresos que reporte la generación de energía y distribución del agua.
Durante 20 años que es el período de concesión, la contratista brasileña controlará el transvase y recuperará su inversión con el cobro al Gobierno Regional de una tarifa por el uso del agua (6,59 centavos de dólar por metro cúbico), mientras que éste se limitará a supervisar el cumplimiento del contrato.
Por eso el Gobierno Regional está apurando los estudios para sacar en concesión la segunda y tercera etapa del proyecto.

ADIÓS A SEQUÍAS
Odebrecht tiene un plazo de cuatro años para cumplir con su parte del contrato, que solucionará los problemas de sequía que agobian a los agricultores de Olmos, un distrito de la provincia de Lambayeque situado 100 kilómetros al norte de Chiclayo.
Actualmente, los agricultores olmanos riegan sus frutales y limones con el agua que sustraen del subsuelo porque los ríos Olmos y Cascajal “rarísima vez traen volúmenes apreciables de agua y normalmente están secos”, dice en su oficina Jorge Pasco Cosmópolis, gerente de Promoción de Inversiones del proyecto.
Esta situación cambiará cuando esté lista la primera etapa del proyecto porque sólo con el transvase de las aguas del río Huancabamba y la construcción de la represa Limón, los agricultores dispondrán de un volumen anual de 710 millones de metros cúbicos, 10 veces más que el volumen actual.
“Es un proyecto muy importante que hemos esperado muchos años. No solucionará el problema de la falta de agua por completo, pero sí será una gran ayuda”, dice Juan Varilias, presidente de Gandules, una empresa con plantas en Motupe que exporta frijol, ají jalapeño, conservas de ajos, pasta de rocoto y pulpa de lúcuma, entre otros productos.
“Lambayeque es una región muy calurosa y el consumo de agua es alto, por lo que su escasez es un problema sobre todo en la temporada de verano”, explica Varilias en diálogo telefónico desde Lima.
Pero el proyecto no ha sido diseñado únicamente para solucionar el problema de la escasez de agua en los valles antiguos, sino también para ampliar la frontera agrícola con la irrigación de casi 40 mil hectáreas que actualmente están desérticas.
“En Olmos podemos tener una agricultura intensiva los 365 días del año porque si bien las temperaturas aquí son más altas que en Chavimochic, el clima es más estable y las tierras son mejores”, asegura Pasco Cosmópolis.
Según estudios realizados por el Proyecto lambayecano, a pesar de que ambas están compuestas básicamente por arena, las tierras de Olmos son más ricas en nutrientes que las de Chavimochic por estar más alejadas del mar.

SE PREPARAN PARA OLEADA DE EMIGRANTES
El proyecto estima que con la incorporación de las 40 mil hectáreas creará 80 mil empleos considerando que se necesitan dos hombres por hectárea. Sin embargo, es muy probable que la mayoría de esta mano de obra no sea cubierta por habitantes del mismo Olmos que a pesar de ser el distrito más grande de Lambayeque, tiene sólo 38 mil habitantes, de los cuales 23 mil viven en el campo y se dedican al pastoreo.
“La densidad poblacional de Olmos es bajísima: 7,1 habitantes por kilómetro cuadrado”, precisa Pasco Cosmópolis.
Es probable que la demanda de mano de obra que generará el proyecto en la zona será cubierta por emigrantes de Catacaos, Jaén, Chachapoyas y otras regiones vecinas. Para evitar que esta corriente migratoria cause hacinamiento y desorden como ocurre en los distritos de Chao y Virú, el proyecto está coordinando con el municipio de Olmos la elaboración de un estudio que determinará dónde estarán situados los nuevos poblados.

AGUA LLEGARÁ PRESURIZADA A LOTES
A diferencia de Chavimochic que trabaja con un canal abierto, el agua de Olmos llegará a los agricultores presurizada porque bajará a través de tuberías que aprovecharán la diferencia de altura entre la salida del túnel, que está situada a 1.072 metros sobre el nivel del mar, y el futuro embalse Olmos, que estará a 200 metros.
“El agua llegará presurizada a cada predio. Los agricultores no van a necesitar poner bombas para presurizarla ni filtros para limpiarla porque como les llegará entubada, estará libre de sedimentos. Será como un canal blindado”, explica Pasco Cosmópolis.
El uso de tuberías impedirá que en Olmos se repita la mala experiencia del reservorio de Tinajones que no puede ser aprovechado en su máximo potencial debido a que inescrupulosos roban el agua bombeándola del canal.
“Tenemos la virtud de haber llegado después de Chavimochic y por eso, tenemos que asimilar las experiencias buenas que ha tenido este proyecto y corregir sus errores”, dice el funcionario con la certeza de que en Chavimochic se presenta el mismo problema.
El proyecto ya ha avanzado con la lotización de los terrenos que prevé subastar y ofrecerá a los inversionistas parcelas desde 900 hasta 2.200 hectáreas, aunque todavía no ha definido su precio. Lo que sí es seguro es que cada comprador dispondrá de 10 mil metros cúbicos de agua por hectárea.
¿Cuándo saldrán a subasta los primeros lotes? Tampoco se sabe. “En el transcurso del próximo año debemos comenzar. Lo que pasa es que todavía falta estudiar una serie de detalles para poder decirle al inversionista: este es el caramelo que te estamos vendiendo”, afirma.

EN LA FOTO: Obreros de Odebrecht preparan el terreno sobre el cual se levantará el comedor del campamento del frente occidental del proyecto.

Monday, March 20, 2006

Odaliscas


El ballet argentino Noches Árabes, que dirige el prestigioso músico Mario Kirlis, ofreció la semana pasada un bello espectáculo en el Teatro Municipal que, como pocas veces se ha visto, lució colmado por público de todas las edades.


Sentado en la última fila del Teatro Municipal, uno siente que la cabeza se le va a separar del tronco de tanto seguir las batidas de cadera y pulsaciones de vientre de las odaliscas. En la introducción participan las tres danzantes y luego cada una ofrece un número individual. El músico Osvaldo Klempert deja su derbake (tambor) y hace bailar a Yamila al compás de los chinchines. Shanan se pone un sable sobre la cabeza y baila sin que éste se caiga. Saida se echa de espaldas y doblada sobre sus piernas eleva y baja el vientre al ritmo del teclado que toca Mario Kirlis. La gente acompaña con palmas las proezas de estas bellas danzantes que cierran su actuación de dos horas bajando a la platea y sacando a bailar a algunos afortunados.
No es la primera vez que este elenco se presenta en el Perú, pero sí la primera vez que lo hace en Trujillo, que respondió generoso y celebró con aplausos los osados contoneos de Saida, Shanan y Yamila, las tres odaliscas con las que Kirlis recorre el mundo llevando “un poco de la belleza de la cultura árabe”.
“Con la música y el arte árabe pasa siempre que cuando la gente los conoce, llega para quedarse”, afirma Kirlis, un músico argentino de ascendencia griega cuya fama internacional se acentuó en el 2002 cuando compuso los temas de la telenovela brasileña “El Clon”.
En Argentina, la música árabe y espectáculos como la danza del vientre –también conocida como bellydance- son tan populares como el tango, al punto que existen academias y compañías de teatro dedicadas a la difusión de este género en torno a las cuales gira toda una industria de instrumentos, vestuario y maquillaje como no se ve en ningún otro país de América Latina.
Kirlis atribuye este fenómeno a la influencia que los emigrantes árabes han tenido en la sociedad argentina. “En Argentina hay 3 o 4 millones de descendientes de árabes. El hecho de que este espectáculo sea auspiciado por la Cancillería argentina demuestra que la música árabe es parte de nuestra cultura. Los argentinos hemos bajado de los barcos y después de los italianos y españoles, los árabes han sido la tercera corriente migratoria más importante en Argentina”.
La colombiana Shakira popularizó hace algunos años la danza del vientre en momentos en que los conflictos bélicos en Medio Oriente despertaban el interés del mundo por la cultura árabe. A Kirlis no le agrada la voz de la barranquillera, pero aprueba su baile.
“Shakira es una joven prodigio. A los 21 años podías verla dirigiendo una grabación. No me gusta su voz, pero me encanta cómo baila. Lleva sangre libanesa y lo hace muy bien”, afirma.

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Llegar a Saida, la estrella del ballet, no fue sencillo. Está prohibido interrumpir el descanso del elenco y tuve que esperar hasta la noche, media hora antes del inicio del espectáculo para conversar con ella. Me encontró entre bambalinas conversando con el maestro Kirlis. Sólo podía darme unos minutos porque aún no había terminado de maquillarse y vestirse.
Esperaba alguien más alta, pero Saida es bajita y delgada. Impresionan sus ojos negros, que ha resaltado con sombras de color morado. Me habla con los brazos cruzados y contesta mirando a los músicos que ya ubicados detrás del telón van afinando sus instrumentos.
Saida es su nombre artístico, que significa “Señora” o “Dama”. Su verdadero nombre es Verónica Helou, sus padres son árabes y nació en Buenos Aires, “la mejor ciudad del mundo”, donde estudio publicidad, profesión que nunca ejerció por dedicarse al baile.
“Lo vi en otra bailarina y me atrapó tanto que lo aprendí y no dejé nunca”, cuenta sobre sus inicios en la danza del vientre hace 15 años, cuando era una adolescente.
Hoy, Saida tiene una escuela donde enseña a unas 700 alumnas y un ballet formado por sus mejores pupilas.
Casada hace siete años con un diseñador gráfico, Saida vive a mil por hora. Además de las giras con Kirlis, la escuela y el ballet, graba discos y videos instructivos, imparte seminarios y desde el 2004 integra el grupo Bellydance Superstars, la compañía internacional más prestigiosa de su género que dirige Miles Copeland, el mismo productor de Sting, The Police y R.E.M.
-¿Nunca te cansas?
-Sí, pero soy feliz haciendo esto. Después de esta presentación, voy a estar un día en Buenos Aires y luego partiré a Venezuela. De vuelta estaré otra vez unos días en Buenos Aires y volveré a salir de gira por México, Inglaterra, Venezuela, Bolivia, Colombia…
-¿Tienes tiempo de hacer turismo?
-No, pero tampoco me hago el tiempo. Ando del hotel al teatro.
La palabra odalisca viene del turco odalik que significa concubina. En la cultura turca, la odalisca era una esclava dedicada al servicio del harén del sultán. Quizá por eso, Saida prefiere que se refieran a ella y sus colegas como danzarinas del vientre.
“Odalisca es un término más popular, pero no representa con exactitud todo lo que nosotras hacemos. La danza del vientre es una disciplina que exige mucho control corporal, ritmo y actuación”, explica.
Antiguamente, para las mujeres de Arabia Saudita, la danza del vientre era considerada sagrada y no podía ser vista por los hombres. Saida, que ha estudiado los orígenes de este baile, advierte que aún hoy en este país y algunos otros de los 22 que conforman la comunidad de países árabes una mujer no se atrevería jamás a mostrar su torso desnudo, aunque también hay otros más tolerantes como Líbano donde hacerlo es normal o Egipto, donde se permite practicarlo con el cuerpo tapado.
“Exhibir el cuerpo en una sociedad tan pacata como la musulmana siempre ha sido un problema, pero las cosas están cambiando”, afirma.
La danza del vientre se distingue por su sensualidad y por eso algunos seguidores del tantrismo sostienen que con ella, una mujer puede alcanzar el orgasmo. Saida, sin embargo, cree que eso puede pasar con cualquier tipo de danza si la mujer está predispuesta.
“Claro que tiene una conexión interna porque te da un mayor control sobre tus músculos abdominales. Tengo compañeras que gracias a eso han tenido un mejor parto, pero también otras que han tenido un parto dolorosísimo porque igual el bebé venía mal. Entonces, es relativo. Depende del estado de ánimo. Uno puede llegar al orgasmo haciendo incluso deporte”.
Saida está apurada, pero es amable conmigo y me consulta si tengo una pregunta más que hacerle. Le digo que no, le agradezco por su tiempo y le pido un autógrafo. Ella accede y me agradece. Luego regresa a su camerino. La función debe comenzar.

Monday, March 06, 2006

Werenshon en el bosque



Werenshon Ramos enarbola la defensa del medio ambiente como pico de lanza en su carrera hacia el Congreso, pero como gerente del organismo estatal protector de los recursos naturales no pudo evitar que un bosque de algarrobos ubicado en Chepén sea desafectado del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado.
El candidato de Perú Posible se justifica argumentando que como gerente su responsabilidad se limita a la parte administrativa y no técnica. Que si los intendentes del Instituto Nacional de Recursos Naturales determinan que una zona ya no merece ser protegida por el Estado y llegan a esa conclusión luego de cumplir con todos los pasos dispuestos por la ley, a él sólo le queda ponerle su rúbrica.
Sabe que el escándalo puede afectar su candidatura y aunque dice no estar preocupado, el jueves reunió a periodistas y técnicos del Inrena en el mismo Algarrobal El Moro para aclarar el problema. Deja que la intendente de Áreas Naturales Protegidas guíe a los periodistas por el bosque explicando el problema. Él, con licencia desde el 7 de febrero, se limita a deslindar su responsabilidad a los pocos que se le acercan. “No es culpa de ninguna persona sino el resultado del cumplimiento de las leyes. Sin embargo, como liberteño me interesa que las pocas hectáreas que quedan en buen estado, sean declaradas zonas de protección privada”, repite a todos.
Ramos, un ingeniero químico de 50 años, llegó a El Moro en jeans y zapatillas. Además vestía un polo amarillo, el mismo con el que aparece en sus afiches. Escogió ese color porque según el creativo inglés Edward De Bono, del que recibió una charla durante su maestría en España, simboliza la energía y el entusiasmo. Sin duda, va a necesitar bastante amarillo para llegar al Congreso porque esta vez las posibilidades de que su partido gane una curul para La Libertad son escasas y su número es el Dos.

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Ramos se moviliza en un viejo Ford Custom que ha alquilado para la ocasión y que normalmente presta servicios de colectivo. Cuando veo que vamos a partir me separo del grupo y le pregunto si puedo acompañarlo en el vehículo. El candidato acepta y me invita a ir adelante. “Yo voy a lado de mi jefa”, dice antes de subir a la parte posterior donde lo espera su familia.
Con Lidia, una auxiliar de contabilidad, lleva 23 años de casado y tiene un solo hijo, Weren Kenny, de 18. Los tres están sentados detrás mío y antes de que el chofer arranque me volteo para tomarles una foto. Ramos abraza a su esposa y le da varios besos en la mejilla.
–¿Cuál es la mayor virtud de su esposo, señora?
–Es demasiado recto. En cuestión de estudios, por ejemplo, a su hijo lo trata peor que a militar. Si hubiera una nota superior a 20, le exigiría que se la saque.
–¿Y cuál es su peor defecto?
–Es un poco desordenado.
Ramos sonríe y la vuelve a besar.
Aunque su madre dice que es igual a su padre de ocurrente, Kenny parece bastante serio y desconfiado. ¿Cómo sabes?, me pregunta sorprendido cuando le consulto sobre su paso por el colegio militar Ramón Castilla. “He hecho mis pesquisas”, le contesto y sospecho que la idea de que haya hurgado en la vida de su familia no le agrada mucho. Sin embargo, me responde con naturalidad.
“Yo era muy sensible, muy susceptible. Era fácil de doblegar. Cualquier cosa me hacía sentir mal. Un grito de mi papá me hacía lagrimear. Por eso decidí ingresar al colegio militar, quería fortalecerme en todo sentido”.
No fue fácil. Hay tradiciones que se mantienen en los colegios militares y “los perros” siempre serán tratados como “perros” por sus compañeros de grados superiores. Kenny era un “perro” y tuvo que soportar algunos maltratos. Por eso, su padre se sorprendió cuando poco antes de su primera salida después de dos meses de reclusión absoluta -otra tradición del colegio- visitó a su hijo y lo encontró con la moral al tope.
–¿Estás bien, hijo?
–¡Sí, papá!
–¿Comes bien?
–¡Sí, papá!
–¿Duermes bien?
–¡Sí, papá!
Siguieron caminando mientras le contaba que su madre y él lo extrañaban y siempre entraban a su cuarto para recordarlo. Cuando volteó, el cadete estaba llorando.

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El restaurante se llama Los Patos, pero no hay pato. Se ha acabado y sólo queda cabrito y pava. Me he sentado al costado del candidato para poder seguir conversando. Por momentos, sus gestos se asemejan a los de Alejandro Toledo, sobre todo cuando levanta el dedo índice y habla pausadamente, con la mirada fija en un punto perdido.
Pero a diferencia del jefe de su partido, a quien debemos la famosa “Hora Cabana”, Ramos es recordado por sus alumnos de pre y postgrado en la UNT, donde trabajó cinco años, por su puntualidad. El candidato recuerda con gracia que se dio el lujo de dejar fuera de clase a varios estudiantes que en pregrado habían sido sus profesores. “Ellos me reclamaban, pero yo les decía que hacer un postgrado significa aspirar a un grado más de intelectualidad. Eso implica el cultivo de valores y uno de ellos es la puntualidad”, afirma.
A Toledo lo conoció en agosto de 1994 en Lima durante una reunión familiar en casa de su hermano mayor. El economista de Stanford se enteró que acababa de regresar de Europa y le habló de su sueño de fundar un movimiento político. Congeniaron y Ramos asegura que recibió el encargo de formar la primera base de País Posible Trujillo.
“Él quiso que yo ponga la primera piedra en La Libertad. He sido el primer secretario distrital y también el primer secretario provincial”, dice, aunque ex militantes afirman que el primer líder del movimiento en la región fue César Aliaga Chávez, un abogado retirado de la política al que no hemos podido ubicar y al que según refieren, Ramos desplazó porque su intención “siempre ha sido copar la dirigencia del partido”.
Cuando le menciono el nombre de Aliaga, Ramos tarda un poco en recordarlo y se defiende argumentando que en aquellos primeros años del movimiento, tuvieron que aliarse con el CODE de Barba Caballero para poder reunir el número suficiente de firmas que les permitiese participar en las elecciones de 1995.
La alianza provocó ciertos reacomodos en la dirigencia del movimiento y es en medio de ese proceso que, según Ramos, Aliaga llegó al partido, pero no le reconoce ningún liderazgo.

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La única experiencia de Ramos en un cargo público es su paso por la Prefectura de Trujillo, un cargo prácticamente decorativo que algunos candidatos proponen eliminar. Ramos coincidió en esta función con el período de José León Rivera al frente del Gobierno Regional, entonces CTAR. Los dos eran las máximas autoridades políticas en el departamento y solían presentarse juntos a todas las inauguraciones y ceremonias oficiales. Los periodistas los apodaron “Las Torres Gemelas” por su baja estatura, pero a diferencia de lo que pasó en Nueva York con el World Trade Center, aquí sólo se cayó una. Una denuncia de proxenetismo derrumbó la carrera política de León Rivera, mientras que Ramos continuó tranquilo en su cargo, aunque otra denuncia también lo hizo tambalear.
A inicios de 2004 la Oficina de Control Interno del Ministerio del Interior abrió un proceso de investigación contra el prefecto Ramos y su jefa, la directora general de Gobierno Interior, Carolina Baquerizo, por la presunta donación irregular de dinero efectuada por la Dirección Regional de Pesquería a la Prefectura de La Libertad.
La Dirección de Pesquería entregaba a la Prefectura pescado donado por Sipesa para que lo venda al precio de 1 sol por kilo a poblados con problemas de desnutrición. Para evitar que la acción sea interpretada como proselitismo, Ramos encargó a su esposa la tarea de llevar el pescado a Virú, Chepén, Julcán, Gran Chimú y Otuzco.
El proyecto se denominó “Pescado Barato” y duró un año, todo el 2003, hasta que la investigación del organismo de control generó su suspensión.
Ramos sabe que los periodistas siempre le van a preguntar sobre este tema y anda preparado. Cuando le pongo el caso sobre la mesa, manda a una de sus asistentes a traerle una copia de la resolución en la que el ministro del Interior Félix Murazzo resuelve sancionarlo administrativamente con una amonestación escrita y a Baquerizo con una suspensión de un mes. A ella por ordenar la firma de un convenio con una resolución directoral cuando lo correcto era hacerlo con una resolución ministerial, y a él por obediente.
Como se trataba sólo de una irregularidad y no de un dolo, el órgano de control recomendó una sanción administrativa para los dos que, al final, ninguno recibió porque ya no laboraban en el Ministerio del Interior cuando acabó la investigación.

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Werenshon Ramos es el segundo de seis hermanos. Su padre era agricultor y empleado de la hacienda María Laura, que cultivaba espárragos en Virú, y su madre vendía carne en el Mercado Central de Trujillo. Cuando le pregunto dónde nació, me dice que en Sayapullo, un asiento minero, pero que se crió en Otuzco. ¡Ajá!, mentira, pienso yo. ¿Entonces por qué en su DNI dice que nació en Cajabamba?, retruco. Esperaba que se pusiera nervioso, pero Ramos ni siquiera se inmuta y me explica que Sayapullo fue, en efecto, un distrito de Cajabamba, hasta que en 1995 decidió anexarse a la provincia de Gran Chimú, en La Libertad. Punto para Were.

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A comienzos de los noventa, Ramos dejó a su esposa y a su hijo de tres años para irse a estudiar Ingeniería Industrial y un master en gestión en la Universidad Ramón Lull de Barcelona. Dice que se costeó sus estudios con sus ahorros, el sacrificio de su familia y un crédito bancario. Allá trabajó limpiando un laboratorio de análisis de minerales primero, y una fábrica de pegamentos después. Además, dictó clases particulares de física, química y cálculo matemático.
“Un tiempo, incluso, cuidé a un anciano que sufría de Alzheimer. Para mí el trabajo nunca ha sido una restricción”, afirma.
Es raro que alguien que ha estudiado en el extranjero y ejercido un cargo público no tenga propiedades inmuebles y viva hasta ahora en la casa de sus padres, en la urbanización California. Una pequeña participación en una tienda de artefactos eléctricos de sus hermanos es todo su capital conocido. Ramos dice que su sueldo como profesor de la UNT no le permitió comprarse una casa y, además, tenía que pagar primero el préstamo de la maestría. Su situación económica no mejoró mucho cuando fue nombrado prefecto porque el sueldo de éste es modesto y recién hoy que trabaja como gerente del Inrena sabe lo que es ganar cifras de tres ceros: 12.000 soles.
“Si sacaba un crédito Mivivienda se hubiese prestado a suspicacias. Por eso, he preferido esperar a que termine este gobierno para recién solicitar uno. A eso me he comprometido con ella”, dice mirando a su esposa. Lidia sonríe mientras se abanica el rostro. El calor es insoportable y el último tramo de la campaña promete elevar aún más la temperatura.